Madre mía cómo me alargo. Por cerrar algo, voy a cerrar aquí la crónica de mi visita al Museo Ashmolean de Oxford. Me queda unas cositas de Oxford y todo lo que vi en la National Gallery de Londres. A ver si para Navidades llego.
Esta vez es sobre lo oriental (o mejor, lo orientalizante y lo oriental occidentalizante):
Mira que he leído en novelas sobre muebles Chippendale. Pues esto es una estantería para libros de aire chino:
De por 1900 y de un japonés, Watanabe Shotei, estos paneles de animales y plantas:
Otro clásico british es el amor a la porcelana china. Aquí, copias que intentaron en el XVIII:
Y luego, la cerámica de Wedgewood, la más clasicista:
Había partes del Museo que todavía estaban necesitadas de racionalización. Por ejemplo esta sala llena de bodegones me dio como un hartazgo de verla que casi colapso. Me acordé del Museo Nacional del las Marcas de Urbino, mi modelo ahora: dos o tres cuadros en cada sala enorme de aquel maravilloso palacio.
Había otra sala llena de paisajes del XIX. Este me dio penilla porque, siendo de hacia 1830, era de autor desconocido:
Me hizo gracia ver el gorro de un dogo veneciano:
Muy bien el Ashmolean. Había muchos niños. Me dieron envidia:
¿Eso son niños aprendiendo en un museo? Pero ¿les han pagado, o algo?
ResponderEliminarSí. Estaban la mar de entretenidos entre las piezas minoicas. Me hubiera gustado de pequeño poder haber visitado más museos, aparta de los que veíamos con mi padre. Pero bueno, ya me resarcí después.
Eliminar