lunes, 31 de julio de 2017

Viaje a Italia 14 - Siena 2

Logrado el objetivo, en Siena teníamos todavía cosas para ver, pero no podíamos hacer una visita en condiciones. Ahora casi me acuerdo más de lo bien que comimos y sobre todo de lo fresco que se estaba en el restaurante en el que caímos, tan rápido fue todo.
Había mucha gente, algo a lo que no estábamos acostumbrados. Nos asomamos a la gran plaza, por decir que la habíamos visto y sólo nos paramos, en la Catedral, en la Librería Piccolomini, abrumadora, repleta de frescos de Pinturicchio, quizá hechos con la ayuda de Rafael, que se nos salía del marco del viaje (el nuestro era un viaje prerrafaelita), pero que impresionaba, aunque más por la riqueza y colorido de los frescos que por el tipo de arte al que aspirábamos en el viaje, más de contención y esencialidad que de abigarramiento, si entendéis lo que quiero decir. Más Piero della Francesca, por entendernos.

Yo os pongo sólo tres frescos (en wikimedia los tenéis todos y muchos detalles: es para pasarse horas), El tema son las empresas de Eneas Silvio Piccolomini, luego papa Pío II, hechas por encargo de su sobrino, el luego Papa Pio III.







Estos son supuestamente Pintoricchio y Rafael, unos niños a los que les dejaron pintar esto:


Estas fotos son mías, peores, pero os dan una idea de lo abrumadora que era la sala:




Este es el símbolo de los Piccolomini, en el suelo:


Lo pienso ahora y me pasmo de haber estado yo allí. Era quizá la única cosa que no tenía previsto y por eso ni la había mirado antes. Ahora me gustaría tener algo así, o la mitad de así, en Santiago, en nuestra anicónica catedral (el Pórtico lleva cerrado ya casi diez años). Eran unos frescos a los que puedes ponerles pegas, pero son de Champions League, eso sin duda.

A lo que íbamos sobre todo era a ver si veíamos los suelos de mármol de la Catedral, que están tapados buena parte del año. Pues bien, ahí estaban, destapados. El programa iconográfico (Sibilas y otros paganos que anunciaron a Cristo), también era fascinante y de estudiarlo a fondo, pero yo sólo os puedo poner aquí enlaces y alguna fotos, para que veáis de qué va. Eran escenas de mármol, una labor como de taracea. A veces era simplemente una incisión en el mármol, otras una pieza metida dentro, como la tortuga:




Estaban todas las Sibilas, con indicación del autor clásico que las menciona y el texto. Por ejemplo la Cumana, de la que «se acordó Virgilio en la Égloga IV»:



Y a un lado, el texto:


Había una alegoría del ascenso al saber, con Socrates y Crates en la cima. Aquí el segundo tirando las riquezas:


Y para que no falte nadie, Hermes Trismegisto, nada menos:




Y así, sin más, nos fuimos de Siena, tres horas allí sólo de aperitivo, pero qué buen sabor:

2 comentarios:

  1. En los frescos, un azor cazando un faisán y un halcón cazando un pato, ¿por qué?

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