Una carta a «un señor de estos reinos»:
Vuestra señoría sea venido enhorabuena a su casa, que así lo creo yo que será, porque lo menos bien del propio rincón es más bien que lo mejor de la corte (4.99.1-3).
Consolando a una mujer que se había quedado viuda:
Dé gracias a Dios que la ha ya medio librado de aqueste cieno y la librará cuando Él sea servido del todo. Digo «medio librado», porque el marido y la mujer una cosa es, y lo medio de vuestra merced que está fuera de aqueste mundo, está bien y en libertad; y lo medio que es vuestra merced, está acá en captiverio y miseria (4.330-31.38-45).
Peligro de que te traten, no ya de hipócrita, sino de alumbrado:
[Los cristianos no son piadosos] Y así había de ser el corazón del cristiano, tierno, amoroso; había de bañar en devoción. Pero sois tales dentro cual parecéis de fuera; tenéis los corazones crueles, ásperos, fieros, como las barbas y las espadas que traéis. ¡Sois unos cobardes! Tenéis vergüenza de ir a comulgar, porque no os digan que sois hipócritas y alumbrados. No os llegáis a comer, por esto no tenéis devoción (3.555.30)
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