Entramos y a la derecha me alegró ver la capilla de san Enrique y a la izquierda a un san Cristóbal enorme (y al lado las marcas de un fresco de otro).
Nos saltamos las primeras capillas, que las tenía más frescas, dejamos de lado al Papamoscas y nos paramos ante los cuadros de fray Juan Ricci del trascoro.
Yo quería ver -a ver si veía- unos frescos en la capilla de santa Ana, pero lo que quería ver en ellos no lo pude ver. A cambio, volver a ver el retablo de Gil de Siloé bien lo vale. Por ejemplo el árbol que le sale de la tripa a Jesé; y una resurrección de Cristo debajo muy bonita también:
Paramos luego en la escalera dorada y nos fijamos en las figuras fascinantes, por ejemplo de esta a modo de garza:
Yo no conocía la capilla de la Anunciación, que tenía este retablo a lo Alonso Berruguete:
Y una tumba de obispo ladeado. Debajo, a la derecha, él de recién muerto y a la izquierda él siendo metido en la tumba en la que está. Más autorreferencial no vais a encontrar nada:
Y la capilla del Condestable la podría visitar todos los días de mi vida y seguiría pasmándome. Le hice otra foto a la cúpula, pero más que nada como homenaje:
Para mañana, el claustro.
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