Yendo hacia atrás en el tiempo, me encontré estos dos bodegones de Antonio Pereda, el primero con unas granadas vivísimas:
En este otro pasamos a la amargura:
No apunté de quién era este cuadro, preocupado por hacer esta foto de un «lirio entre cardos»
Y qué alegría, encontrarme allí
un cuadro de Cranach. Es Salomé, tan pancha (o quizá es que es un poco pánfila). Da escalofríos de tan serena:
¡El Cranach es una pasada! Si no ves la bandeja, parece un retrato excelente, cuando la descubres notas la perversidad implícita en la mirada.
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