A continuación había (agarraos): un retrato de Moroni, otro de Frans Hals, dos cuadros de Rembrandt muy buenos y -cuidado- un retrato de Helena Fourment triste: te partía el corazón. El gran amor de Rubens, esa que he visto en tantos cuadros como la encarnación -nunca mejor dicho- de la vida y la alegría, está triste:
Solo ese cuadro hace grande ese museo. Y yo solo puedo traeros aquí fotos de detalle, una sobre el dominio de Rubens en pintar telas:
Y otra del exquisito paisaje que se entrevé al fondo:
Aunque ahora, mirando las fotos, tan triste no me parece. No pueden estar tristes de verdad ni ella ni su marido Rubens.
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