Ayer nos atronaron con foguetes a las 11 de la noche.
Hoy, a la puerta del convento de nuestras vecinas, por la fiesta del Carmen, los tradicionales puestos de rosquillas. Las rosquillas deben de tener una identidad y una autenticidad que se me escapan. No consigo comprender por qué las siguen comprando a pesar de ser rocosas, duras, secas y desgraciadas.
Venga, contribuyamos a mantener el mito valle-inclanesco. Exvotos de cera:
Qué bueno.
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