miércoles, 29 de julio de 2015

Dentro de El Pasatiempo de Betanzos

Había estado fuera varias veces, esta veces entré. Lo crearon dos hermanos indianos a finales del XIX, un parque que es una especie de folie, un juguete kitsch lleno de encanto, una enciclopedia universal, un sueño infantil y un autorretrato, todo en una.

Llegué primero a la parte de arriba, presidida por un león:



Todo es de cemento:



Y como la barandilla es de vegetación, pues de algún árbol de cemento tendrá que salir:



Todo -quizá sea porque queda solo una décima parte del total- parecía seguir la lógica de los juegos o de los sueños: en el mural está en un lado el canal de Panamá y en el otro una mezquita (y unos visitantes en camello que se acercan):



Ahí se abre la gruta de las estalactitas, con dinosaurios y pasadizos que te pueden llevar hasta el león, o a un jardín cerrado detrás, o a un espacio aislado en un lateral. Cómo me hubiera gustado jugar de pequeño allí. Hubiera sido genial jugar al escondite allí.

Pero quizá mi escena favorita fue la del buzo:



Lo que me explotó la cabeza fue ver representado en un lado el fusilamiento de Torrijos y debajo «España monárquica y sus 18 hijas republicanas» con los escudos de cada país. Una avenida tenía los escudos de las provincias argentinas (los indianos se hicieron ricos allí). Debajo, un estanque llamado «del Retiro», con espacios muy apropiados para pruebas de Humor amarillo:







Y había otros estanques, a rebosar de verdín y de unas plantas que salían del agua:



Y el muy melancólico tiempo detenido en cemento (con centro horario en Buenos Aires):

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