Me hizo especial gracia la defensa que hace de Nixon, que es como lo peor de lo peor (incluso casi peor que Hitler), para una determinada gama de gente (Hollywood especialmente). Explica sus logros, su falta de simpatía, la inquina de los medios de la costa este, el acoso con que lo persiguieron.
En cambio, a Kennedy le atiza: «los medios hicieron todo lo posible para construir y sostener el beatífico mito de John F. Kennedy, a lo largo de su vida y mucho después de su muerte, hasta que finalmente cayó en ruinas bajo el peso de la evidencia incontrovertible» (719).
Cómo no me va a gustar un libro así.
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