Los dos primeros discursos son los de dos partidarios de la pederastia. El primero es Fedro, que es un erómenos (= amado) y el segundo de Pausanias, un erastés (=amante).
El discurso de Fedro gira en torno a dos cuestiones:
-El Amor es el dios más antiguo y más noble. Se apoya en Hesíodo, Acusilao y Parménides. Es un tipo de argumento, el de la antigüedad, que tenía peso tradicionalmente: Aristóteles señala que quizá Tales basó la primacía del agua en su antigüedad, testimoniada en Homero (Met. I, 3, 983b-984a).
-Su experiencia desde casi adolescente del amor pederástico, al que sólo le ve ventajas, educativas y sociales: ese amor permite defender mejor la ciudad (=el estado) al hacer que los ciudadanos sientan vergüenza (αἰσχύνη) y amor al honor (φιλοτιμία) respecto a lo que esperan de sus amados en caso de cobardía. Parece, dice Strauss, que si no hay virtud, un buen sustituto es eros. Pero principalmente está de trasfondo la cultura de la vergüenza: lo importante es cómo me ven. En una relación de amante/activo (erastés, un adulto) y amado/pasivo (erómenos) esta cuestión de la vergüenza mutua es muy útil, por ejemplo en caso de guerra (y de hecho el Batallón Sagrado de Tebas, formado por parejas así, tuvo un gran éxito militar en el siglo IV a. C.). El centro de la actuación es el deseo de ser alabado y el miedo de caer en el desprecio de los demás.
Curiosamente, de los ejemplos que pone sólo es realmente positivo el de Alcestis, una mujer que muere por su marido. En cambio es negativo el de Orfeo, porque no está dispuesto a morir por Eurídice. Al final, considera superior a Aquiles, para lo cual tiene que forzar el texto homérico para conseguir demostrar varias cosas: que era más joven que Patroclo, que fue su amado y que murió por él en vez de después de él.
Para Strauss el de Fedro es un discurso buenista, filológico, retórico. Ve fundamental la mención de Parménides, como homenaje a ese filósofo que negó la tradición (y Sócrates partió de él en lugar de axiomas como ese de que lo más antiguo es lo mejor).
Señala también que Fedro valora a Eros por la ganancia que proporciona: lo ve todo desde el punto de vista del amado, la ganancia de este. Eso lo retomará Sócrates con la aspiración de uno a las ideas (y una idea que me deja bailando: Aristóteles y su explicación que el motor inmóvil mueve como amado).
Por su parte, Rosen considera a Fedro como un mediocre con la belleza de Eros, al que no le mueve el eros ni la poesía, solo la retórica.
Su discurso representa la unión entre la física desmitificadora y la sofística, pero sin interés por el yo, lo que le hace vano, aparte de que en todo es un dilettante. De su maestro Hipias le viene la visión de la física como proceso y la retórica sofística. Problema suyo: ¿puede haber un cosmos sin generación, como ocurre en el amor pederástico? Eros es un dios sin generación, pero con génesis (Hes. Th. 116 γενέσθαι: apunta a un status intermedio pero sin sacar conclusiones). Dicho de otro modo: en el Eros de Fedro no hay hijos, sino la circularidad repetitiva, partiendo de una cosmología cíclica.
Pero a Fedro le interesa otra cosa: todo gira en torno a la oposición cuerpo /alma, riqueza/fama y al final en torno a la de egoísmo / visibilidad. Quiere reducir la autoridad de los dioses y poner al hombre como medida: Eros es bueno en cuanto útil. Su egoísmo (como el de Agatón) es superado por el amor de la fama, que, en cierto modo, es un elemento de trascendencia hacia lo noble). Fedro lo subordina todo a su deseo: familia, honor, riqueza. La polis está al servicio de eso. Eros es un sustituto de la virtud, especialmente del valor. Todos somos egoístas: la forma más efectiva de egoísmo es usar los deseos de otros.
El ejemplo de Alcestis es en realidad una refutación del propio Fedro: él quiere oponer el amor romántico al parental/filial, porque la generación no es importante. En su discurso todo acaba con la muerte: la humanidad acabaría – física de flujo: nihilismo final.
No tengo reciente la lectura del Banquete. Pero, guiándome únicamente por lo que aquí se lee, yo diría que se llega a una conclusión, como poco, forzada, si no directamente errónea. Quienes, en Platón, enaltecen el amor homosexual, no pretenden que desaparezcan por ello las relaciones procreativas; simplemente, les dan un valor distinto, e inferior. Pero no sostienen nunca (sería absurdo que lo hiciesen) que "la generación no es importante". O se dice en el discurso algo no recogido aquí, o hay una confusión con el planteamiento del amor cristiano, orientado a la generación. El amor homosexual griego, obviamente, no lo está. Pero eso no significa que la generación se descarte; simplemente, no se da esa identificación entre la heterosexualidad y el amor, o al menos el amor en su forma más alta. Y conste, porque estos son terrenos vidriosamente tentadores para la indiscreta interpretación personal, que soy heterosexual; no hablo de mí, sino del erotismo homosexual griego (en general) y de su consideración en la obra platónica (en particular).
ResponderEliminarEstimado anónimo: yo estoy solo mencionando aquí el discurso de Fedro, que por lo demás en esa cuestión de la generación de hijos hace una chapucilla pseudo-teórica para justificar su situación que no acaba de cuadrarle. Seguramente ni se plantea en realidad la cuestión de que la gente tenga hijos; solo que a él no le importa en su elogio del amor.
EliminarPero al final del libro podremos hablar de esto más en detalle.
alguien podria decirme en que pagina se encuentran los discursos?
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