Voy a acabar con los recuerdos de Zagreb, que ya se van quedando cada vez más lejos. Por ejemplo la excursión que hicimos hacia la frontera con Eslovenia, pasando por Lepoglava, donde estuvo encarcelado el cardenal Stepinac, con una iglesia barroca a la austriaca (pero sin su finura) con tumbas de nobles húngaros (y un epitafio latino conmovedor).
Íbamos a Trakošćan (lo relacionan con Draco-Stein «piedra de dragón» o Trako-Stein «piedra de los racios»; el mismo bullshit que aquí; dejémoslo pasar), un castillo de la frontera durante siglos frente al turco, de la familia Draskovic, emparentada con la nobleza húngara.
En el XIX lo rehicieron en un vago neogótico con armaduras, cuadros (algunos muy buenos, de una duquesa del XIX) y todo lo que se supone que hay en los castillos desde Walter Scott (incluso cocinas pre-Downton). Lo más bonito era el sitio:
Nos comimos los bocatas junto al lago (artificial, creo), frente a un muro de árboles que parecían puestos por un paisajista vienés: una maravilla. La naturaleza domeñada por el arte, lo que me gusta a mí.
Yo cometí el error de proponer un paseo alrededor, que resultó de casi una hora y media (no quería yo tanto), en un paisaje muy hermoso:
A la vuelta pasamos ante un memorial a los miles de muertos que han ido descubriendo recientemente en unas fosas en los bosques que durante años fueron coto de caza para Tito: católicos cogidos por los partisanos y fusilados allí. Esto de la memoria histórica es tremendo en todas partes y en todas direcciones.
Casualmente he escrito un comentario que habrás leído sobre las fosas comunes. Casualidad, es casi increíble la coincidencia.
ResponderEliminarRespecto al lago, la realidad imita al arte, parece. Me gustan las fotos, muy bien hechas. El paseo que propones me recuerda al que yo suelo proponer a mi mujer cuando vamos, al menos una vez al año, a la laguna de Sariñena. Siempre me queda largo, a veces con demasiado viento y tiempo desapacible. Somos así.
Un abrazo
Traducción de la lápida, por favor.
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