El libro, titulado Sobre Dios y el mundo (Palabra 2014), me ha gustado mucho, es una gran cosa -al menos para los legos- que los filósofos entren en una conversación con alguien a nuestra altura, en este caso Stephan Sattler. Hay además páginas suyas autobiográficas en varios lugares. Acaba con un relato de un viaje suyo al monte Athos: interesantísimo como autorretrato y muy inteligente descripción de esa república monástica tan rara.
Yo, al acabar la carrera (y he caído en la cuenta que se cumplen 25 años este año), tuve una beca en Munich. Conocía allí a gente que iba a sus seminarios: era una especie de celebridad (dentro de lo que puede serlo un filósofo) y todo era mucho más llamativo porque es un católico, conocido como católico.
Algunas frases del libro que me apunté:
Lo que le decían sus hijos:
Yo, al acabar la carrera (y he caído en la cuenta que se cumplen 25 años este año), tuve una beca en Munich. Conocía allí a gente que iba a sus seminarios: era una especie de celebridad (dentro de lo que puede serlo un filósofo) y todo era mucho más llamativo porque es un católico, conocido como católico.
Algunas frases del libro que me apunté:
Filosofía es tan solo una prolongación más intensa y sistemática del pensar normal (21).Un profesor de latín, griego y alemán de bachillerato fue quien despertó su interés por la filosofía. En una anotación de su diario escribió Spaemann de él: «Hoy ha filosofado de nuevo». Ese profesor les inmunizó contra los nazis, sin hablar de ellos expresamente (21-23).
Lo que le decían sus hijos:
Papá, no podemos contradecirte, porque argumentas mejor que nosotros, pero eso no quiere decir que tengas razón. (70)Dice que siempre ha sido «de natural escéptico»; luego, a veces habla de forma apodíctica y además se le tiene por un dogmático:
Pero mi actitud fundamental es la de un escéptico. Las afirmaciones apodícticas frecuentemente sirven para provocar objeciones. Un diálogo en el que nadie afirma nada concreto no es un buen diálogo que promueva el conocimiento (64-65).Jesús «no era ningún filósofo, según las categorías del pensamiento antiguo»: ni llega a la ataraxia ni a la apatía (352); al revés, se angustia antes de morir.
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