El domingo, en una exposición en la Catedral sobre la [siempre retrasada] restauración del Pórtico, me encontré el sol en otro de esos fragmentos que guardan y que van sacando poco a poco. Este era de la antigua portada, sustituida por la fachada del Obradoiro. Ese sol que entra -a raudales, los días que entra- por el rosetón frente al Pantocrátor es en ese fragmento un juguete de los ángeles -una flor- porque el verdadero sol es Cristo, claro, que con sus manos abiertas y las llagas en el medio del Pórtico es la verdadera luz:
Al lado, otro ángel lleva la luna, otro juguete:
Y en la Alameda, este magnolio de flor: la magnolia soulangeana, que daba gloria a Dios también con sus flores blancas:
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