Me acordé de golpe de cuando mi madre hacía con carne picada unas circunferencias aplastadas que luego cubría con pan rallado -la otra posibilidad era la esfericidad de las albóndigas ((entre paréntesis, qué bien las hacía y las hace, unas y otras))
De ahí salté a la carnicería de Castrojeriz. Entramos con Cruci, una hija del carnicero, cuando estuvimos en septiembre. Era como la recordaba:
A la izquierda, la fascinante máquina de la carne picada.
Lo del pan rallado: eran unas bolsas de plástico transparente cerradas con una pieza metálica, creo, o como de papel de plata.
Pero también podías hacer pan rallado en el molinillo eléctrico de café -años setenta: óxido en el cuenco y la tapa de plástico demasiado traslúcido: echabas un trozo de pan y el proceso fascinante.
Disculpa el humor negro, pero siempre que me hablan de carne picada me acuerdo del final de la peli Fargo, de los Cohen. :-)
ResponderEliminar¡Es verdad! Grandiosa escena. A mí me hacía mucha gracia, aunque no sé si a todo el mundo le gusta.
ResponderEliminarBueno, nosotros vivíamos frente a una carnicería y lo normal era que mi hermana o yo fuéramos a encargar la carne, o a buscarla. Lo que más me impresionaba eran las cabezas de cordero, sueltas y en fila, sin duda. Todavía asistimos hace tres o cuatro años a una matanza real, nada simulada, del cerdo, y a todo lo demás. Ya lo hacíamos de pequeños, aunque visto desde ahora parece algo muy violento. Entonces no, aunque es verdad que mi abuela mataba a los conejos de un golpe certero y a las gallinas les cortaba el cuello sin dudarlo mucho, y nosotros delante. En fin.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, nos parecía normal todo aquello. Ahora es mucho más conflictiva la relación con la muerte de los animales.
ResponderEliminar¡Auténtica, sobre todo la cortinilla antimoscas con el escudo arriba bordeado de cables!
ResponderEliminarOoooh En Maestu yo voy a la carnicería... Nieves despiezando pollos. Era genial su cuchillo.
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