viernes, 21 de junio de 2013

Chocolatada

A Mario le dio por coger La noche que llegué al café Gijón, de Francisco Umbral, para irlo leyendo en alto en los viajes que hacemos a Palmeira/Caramiñal.
Yo me temía que sería un libro casposo y tópico y bien que me quejé, pensando que Mario lo traía solo por el sentimentalismo de acordarse de su juventud de los años cincuenta/sesenta, pero el hecho es que me está gustando lo que he oído por ahora.
El otro día estábamos con el relato de un viaje a Tomelloso a cuento de un premio y justo ahí leyó Mario la palabra 'chocolatada', otra magdalena proustiana pero pasada por el polvo del desarrollismo: aquellas fiestas de Castrojeriz de cuando pequeños nosotros, a finales de los setenta, donde siempre había una chocolatada al final. Y los carteles: "pasacalles", "sesión vermouth" y romper botijos.


[Y estos son los que nos van a torturar con foguetes este fin de semana]

6 comentarios:

  1. A unos trescientos metros de donde escribo se están preparando para las actividades de final de curso de la escuela pública, no tiran coheres pero oigo la música, y seguro que habrá chocolatada. Estoy por ir yo también.
    Por otra parte, me llamó la atención, el verano pasado, los tamaños de los carteles tanto de las orquestas que se anunciaban para las fiestas de algunos pueblos cercanos al Ferrol como el de los carteles mismos de las fiestas generales. Por último: he pasado muchos veranos tocando en orquestas similares a las que anuncia el cartel, y he estado en muchísimas fiestas mayores. Y menores, quizás más.

    Un abrazo

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  2. Hipotesis de Riemann21 de junio de 2013, 14:04

    Ah esos chocolates en el invierno... Sigo tomándolos. Pero nada de chocolate soluble, eh.
    Chocolate amargo negro de pureza nitroglicerínica troceado y derretido poco a poco en mantequilla y mezclado y hervido sin dejar de remover con sucesivas cantidades pequeñas de -poca- leche.
    Aunque la tradición-traducción vaya por otros derroteros, a mí desde siempre me ha parecido que, cuando hablaban de ambrosía, hablaban de chocolate.

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  3. Vaya, José Luis, no sabía que tocasrs. En Galicia hay orquestas míticas, como la París de Noia.
    Oye, Hipótesis, que he oído Driftin' back de Neil Young y es buenísimo.

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  4. Estudié piano clásico en un Conservatorio y más tarde piano moderno en Barcelona. Pasé muchos veranos tocando por muchos sitios y, al menos durante dos veranos, casi un mes seguido por Asturias y Galicia. Soy profesor de eso, de piano en una Escuela de Música que también es Conservatorio. Un pianista normal, no un crack. Pero es lo que más me gusta, tocar el piano. Y escuchar.

    Un abrazo

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    1. Cuando tocaba por los pueblos, y lo hice desde los quince años hasta los cuarenta y pico (ahora tengo 55), si no eras profesional (yo lo fui algunos años, muy cansados) la temporada comenzaba por la verbena de san Juan y acababa por las fiestas del Pilar, así que, aunque ya no llevo esa vida, en cierta manera, el verano para mí comienza hoy, haga frío o calor, o llueva, que tampoco es el caso, al menos por aquí. Buena parte de mi familia, o sea: mi padre, mi tío y mi abuelo, además de algunos primos, fueron siempre "músicos de orquesta de baile", aunque más parecidos a los actores de la película "El vieja a ninguna parte" que a los actores de "Club Virginia", que también. Afortunadamente, creo, mi padre se empeñó en que tuviera estudios reglados de música, por lo menos, aunque estudiara también otras cosas.

      Un abrazo

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  5. Mil gracias, José Luis, por contar eso: realmente debes de tener mucho que contar de aquello. Y qué suerte saber tocar el piano.

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