La culminación de la visita era el Pazo da Pena de Ouro, de principios del XX, en alto, cruzada la ría, con una fachada de cierto empaque:
En el jardín había árboles enormes, lo mejor con diferencia de aquella finca. También había calas, esas flores de cáliz blanco, a montones, casi podridas de tanta lluvia como llovía, también en ese momento, y a ratos torrencialmente.
Allí íbamos a ver el claustro del convento de Toxosoutos, abandonado tras la desamortización y comprado y reconfigurado en tres lados irregulares como patio del pazo en 1921.
No era gran cosa, pero era una visita en exclusiva y eso le daba emoción:
Las columnas eran conmovedoras de puro desmañadas, con esos capiteles de gran desproporción:
Y aquí os pongo unas fotos muy buenas que hizo José Antonio Gil, para que veáis cómo es en conjunto:
El domingo siguiente pasé por el arco de Gelmírez y me fijé en este capitel y era otro mundo. El románico de la Catedral es el Ferrari respecto al 600 de este claustro.
O estos capiteles del Pórtico de la Gloria, todavía cuatro años después entre andamios (un crimen -y todavía no han empezado la restauración):
Y para que no digáis que comparo cosas distintas, una columna de la nave de Azabachería con el mismo tipo de capitel (pero en bueno):
Comer patatas a lo pobre no es incompatible con comer caviar: todo está bueno.
Recoñecemos a nosa tendencia polas "patatas a lo pobre". Yo pecador me confieso...
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