Desde época clásica se identificaba con los lamentos, quizá porque la misma forma métrica, el dístico elegiaco, se utilizaba también para los epigramas funerarios o quizá porque estaba ya en su ADN [y aquí os libro de la discusión erudita, que no acaba en nada definitivo].
Nuestra idea de ‘elegía’ como lamento por la pérdida se adapta mejor a la poesía latina y posterior.
Eso se me vino a la cabeza cuando leí este poema: un epigrama, una elegía, pero no necesariamente un lamento:
Inscripción (la imagen)
Lee, tú que estás vivo, estas palabras,
dichas ahora por mí, que no lo estoy,
y mírate en su espejo. De ese lado,
el rumor de los besos, el canto de los pájaros,
la hermosa vida, tú, lo pasajero;
a este lado la pura desnudez del sentido,
la callada certeza.
José Cereijo, Antología personal, Polibea, Madrid, 2011, p. 59 (con unas excelentes Palabras de Enrique García-Máiquez y Unas palabras medidas del propio Cereijo).
[Y aquí, las excelentes palabras de Jaime García-Máiquez en la presentación del libro]
Gracias de veras por la cita, y por las generosísimas palabras del comentario. Deduzco de lo detallado de la referencia que has podido hacerte con un ejemplar de la antología, a pesar de que no se distribuye en librerías. Te ruego que te pongas en contacto conmigo, en la dirección de correo electrónico que ya conoces.
ResponderEliminarUn abrazo,
José Cereijo
Sí, por suerte tengo un ejemplar.
ResponderEliminarY gracias por ese poema y por los demás.