martes, 29 de diciembre de 2009

Lo que me queda de decir de Praga

Tacho por fin las últimas anotaciones que me quedan en la agenda. Con esto dejo de dar la brasa sobre el mes de julio en Praga:
-Antes de salir, en Via Stellae, un concierto de Vivaldi en el que unos pajaritos acabaron actuando a coro con las flautas de madera. Y antes, en misa en Belvís -que me marcho el domingo a Praga muy pronto-, lo bien que explica el cura lo asombroso de la frase de Jesús en el Evangelio: "se asombró de su falta de fe".

-Por carretera de Chequia esta anotación lirica: "paisaje de llanuras algo amarillentas, pero tilos, abedules y frutales en los hondos de la carretera".

-En Svatá Hora llegamos al final de una bendición en la que se podía besar una especie de manto con el que habían recubierto la imagen de la Virgen.

-El Senado: jardin con decoración de grutas. Hay jaulas con unos búhos enormes.


-En la iglesia de san Nicolás -barroco ilusionista de estuco- sorprenden las cuatro enormes imágenes de los cuatro padres de la iglesia griegos en el crucero: Praga entre Oriente y Occidente.

-La Catedral de san Vito: airosa, alada, rayos de sol a través de las vidrieras que me dan en el ojo.

-Hay una iglesia para los universitarios, al lado del Puente de Carlos, la de El Salvador.

-Casa danzante de Gehry, una tontada.


-Las custodias en Loreta, aquella con 4000 diamantes.

-Y las sinagogas: la de Pinkas con las paredes llenas de nombres de los que murieron. El cementerio judío repleto de lápidas.

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