El otro día estábamos mirando los preparativos para tirar dos eucaliptos en Montecelo y descubrí a una urraca que se esforzaba por volar hasta la copa, a veinte metros de altura.
Y aquí, entre la Facultad y el Burgo, una fila de plátanos tiene siempre un buen grupo de urracas. Ayer, ya de noche, las vi agrupadas en unos de los árboles, junto a un foco que ilumina la fachada de la Facultad: les debía de dar calorcito.
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