miércoles, 23 de julio de 2008

Anti-Ulises

Acabo de leer La sentencia de las armas, de Eduardo Gil Bera y lo he disfrutado mucho. Ya me gustó mucho su biografía de Baroja, tan poco complaciente, pero este ensayo es especial, de las pocas cosas que se han publicado en España sobre Homero por parte de gente que no se gana la vida con ello. Y Gil Bera ha leído mucho y bien lo mejor que se ha escrito sobre Homero (especialmente en Alemania y el mundo anglosajón, que son los que siguen cortando el bacalao) y ha hecho un ensayo original (con algún fallo menor, pero importa poco) en el que se atreve a alinearse con los que defendieron en época helenística que la Ilíada y la Odisea era de autores diferentes (los jorídsontes; en transcripción más ortodoxa chorizontes, que daría para etimologías fantásticas curiosas) y defender al autor de la Ilíada frente al de la Odisea.
En realidad es un ataque en toda regla (y bien merecido) a Ulises. Yo en mis clases me he dedicado a ponerle a parir sin tregua, así que lo que desarrolla aquí no podía tener lector más cómplice. Y la reivindicación del brutote Áyax, pues lo mismo.
Ulises, tan mentiroso, tan chapucero, tan -lo diré- zapateril, merece que le den un buen repaso, al canalla de él.

3 comentarios:

  1. Tienes razón, es un personaje repelente, chulo, astuto y politramposo, pero yo más me lo veo con la cara del, lo digo, Rubal-mi nombre es nadie.
    El otro, por no tener, no tiene ni Ítaca, y hay que reconocer que el amor a su patria y a su esposa, por mucho que se entretenga en el camino, es un tanto a favor de Ulises. El manfleto, sin embargo, no va a ningún sitio (perdona la apropiación del léxico familiar, pero es que le cuadra hasta en los papos).

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  2. Hombre, no, por Dios. Esa comparación es como una patada en el estómago. Ulises era un hombre, salvo debilidades pasajeras. Es como comparar al Cid con Pepe Rubianes.

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  3. Yo preferiría que me compararan con Rubalcaba a que me encontraran un mínimo punto de contacto con Zapatero. Dicho lo cual, me está hasta empezando a dar pena Ulises, el pobre, que es verdad que al menos quería a su mujer (aunque la trata de pena cuando llega) y a su patria.

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