[VERSIÓN REVISADA, 4.5.08: Sobre la polémica que crearon la SER y El País a propósito de los sacerdotes en los comités de ética de los hospitales].
Ya hablé de cómo empezó la cosa. Todavía tienen abierta esta encuesta torticera: ¿Crees que los curas (sic) deben tener voto sobre los cuidados paliativos a los enfermos?.
-Al día siguiente (25.4), un artículo de Soledad Gallego-Díaz. La admiro mucho pero el artículo me gustó muy poco.
-El sábado (26.4), noticia (es un decir) con la reacción (es un decir) del Gobierno a la noticia (es un decir) de El País. En la sección de Cartas al Director, resaltada, una de un indignado lector que respondía como corresponde a las noticias (es un decir) sobre el tema (obsérvese la semejanza con algunos planteamientos de Soledad Gallego-Díaz). Y había un editorial sobre la cuestión.
-El domingo (27.4), otra carta al Director, una viñeta de Forges, un artículo de Carlos Boyero y otro de Manuel Vicent: ("bastará sólo con su presencia en la reunión para que la sombra de la censura religiosa infecte hasta el tuétano a los médicos y enfermeros del hospital" (...) "sea usted creyente o ateo, rece para que en el momento de partir hacia el valle del Edén no revolotee alrededor de su lecho un médico beato imbuido por un cura partidario del dolor como expiación porque entonces, en nombre de Dios, le obligarán a beberse el cáliz hasta las últimas heces").
-el martes (29.4): viñeta de El Roto y un artículo de Joaquín Estefanía tremendamente ilustrativo sobre la relación entre ternura y crimen de la que hablo más adelante.
No, no pienso que haya una conspiración, más bien me parece que estamos ante un caso claro de reacción desaforada de una parte de la sociedad, que se puede comparar a niños que gritan y se tapan los oídos a la vez.
No sé si servirá de algo hacerles ver que están gritando y que lo que están viendo no es la realidad, sino una película de terror.
En esa película de terror hace de protagonista (lo describe Vicent) el malvado cura que se cierne con su sombra amenazante sobre el pobre enfermo, al que deja morir entre horribles sufrimientos. Y me dirán algunos: ¿y lo que dijo Sebastián en Semana Santa de que Cristo murió sin cuidados paliativos? Uno oye la frase y despeja la incógnita (un silogismo implícito en mucha gente de formación cristiana):
A. Cristo sufrió sin cuidados paliativos
[B: Tenemos que imitar a Cristo
C: ergo Tenemos que sufrir como cerdos cuando nos muramos.]
Y yo he buscado en internet: en el propio blog de monseñor Sebastián está lo que dijo:
-Al día siguiente (25.4), un artículo de Soledad Gallego-Díaz. La admiro mucho pero el artículo me gustó muy poco.
-El sábado (26.4), noticia (es un decir) con la reacción (es un decir) del Gobierno a la noticia (es un decir) de El País. En la sección de Cartas al Director, resaltada, una de un indignado lector que respondía como corresponde a las noticias (es un decir) sobre el tema (obsérvese la semejanza con algunos planteamientos de Soledad Gallego-Díaz). Y había un editorial sobre la cuestión.
-El domingo (27.4), otra carta al Director, una viñeta de Forges, un artículo de Carlos Boyero y otro de Manuel Vicent: ("bastará sólo con su presencia en la reunión para que la sombra de la censura religiosa infecte hasta el tuétano a los médicos y enfermeros del hospital" (...) "sea usted creyente o ateo, rece para que en el momento de partir hacia el valle del Edén no revolotee alrededor de su lecho un médico beato imbuido por un cura partidario del dolor como expiación porque entonces, en nombre de Dios, le obligarán a beberse el cáliz hasta las últimas heces").
-el martes (29.4): viñeta de El Roto y un artículo de Joaquín Estefanía tremendamente ilustrativo sobre la relación entre ternura y crimen de la que hablo más adelante.
No, no pienso que haya una conspiración, más bien me parece que estamos ante un caso claro de reacción desaforada de una parte de la sociedad, que se puede comparar a niños que gritan y se tapan los oídos a la vez.
No sé si servirá de algo hacerles ver que están gritando y que lo que están viendo no es la realidad, sino una película de terror.
En esa película de terror hace de protagonista (lo describe Vicent) el malvado cura que se cierne con su sombra amenazante sobre el pobre enfermo, al que deja morir entre horribles sufrimientos. Y me dirán algunos: ¿y lo que dijo Sebastián en Semana Santa de que Cristo murió sin cuidados paliativos? Uno oye la frase y despeja la incógnita (un silogismo implícito en mucha gente de formación cristiana):
A. Cristo sufrió sin cuidados paliativos
[B: Tenemos que imitar a Cristo
C: ergo Tenemos que sufrir como cerdos cuando nos muramos.]
Y yo he buscado en internet: en el propio blog de monseñor Sebastián está lo que dijo:
En la dureza de su muerte Jesús nos descubre la verdadera dignidad de la muerte. En nuestro mundo algunos confunden la dignidad de la muerte con el miedo al dolor. Jesús no tuvo cuidados paliativos. Pero su muerte fue absolutamente digna. ¿Alguien puede decir que la muerte de Jesús, llena de tormentos, no fue una muerte digna? La dignidad de su muerte, como la dignidad de todas las muertes, está en el valor de la aceptación, en la experiencia del amor y de la comunión de los seres queridos y que nos quieren, en la esperanza firme y segura del triunfo del bien y de la vida, en la filial confianza en un Dios Padre, fuente de vida y mar infinito de amor y de misericordia.
Es decir, que no, que no dice que haya que morir sufriendo todo lo que se pueda. Lo que explica es que la dignidad no está en morir cuando uno lo decida, sino en que sea una muerte humana (valga la expresión); y es un peligrosísimo sintagma ese que se está extendiendo tanto de 'muerte digna', eufemismo por 'morir cuando uno lo decida'.
Y qué dice la Iglesia; pues en un documento de la Conferencia Episcopal esto:
Y qué dice la Iglesia; pues en un documento de la Conferencia Episcopal esto:
La Iglesia trabaja en favor de la muerte buena y digna. (...) Las ciencias humanas lo confirman cuando hablan de que el moribundo necesita no sólo una atención médica puramente técnica, sino también un ambiente humano, la cercanía de sus seres queridos y, en caso necesario, los cuidados paliativos que le permitan aliviar el dolor y vivir con serenidad el final de esta vida. La verdadera piedad y compasión no es la que quita la vida, sino la que la cuida hasta su final natural.
Todo ello lo enlazo con una frase de Flannery* que me ronda últimamente:
Ahora, ante la falta de fe, nos gobernamos por la ternura. Es una ternura que, apartada hace tiempo de la persona de Cristo, está envuelta en teorías. Cuando se separa la ternura de su fuente, el único resultado lógico es el terror. Desemboca en los campos de trabajos forzados y en la chimenea de la cámara de gas.Una ternura mal entendida, pues, podría llevar a los mayores crímenes. Tenemos que respetar la dignidad de la persona, también en el momento de la enfermedad y la muerte.
In the absence of this faith now, we govern by tenderness. It is a tenderness which, long since cut off from the person of Christ, is wrapped in theory. When tenderness is detached from the source of tenderness, its logical outcome is terror. It ends in forced labor camps and in the fumes of the gas chamber.
*En Recuerdo de Mary Ann (está en Misterio y Maneras, edición de Guadalupe Arbona y Esther Navío, Madrid, Encuentro, 2007, p. 227).
La frsse de Flannery la comentan en este artículo y en este otro (los dos en inglés).
Admiro su valentía, pero con esa gente (Pais, Mundo, etc.) me viene siempre al recuerdo la frase que mi padre empleaba como expresión máxima del inútil esfuerzo :"es como lavar la boca a un cerdo."
ResponderEliminarNo es que no entiendan, es que no quieren entender. Y no dejan explicar.
Cómo desasosiega... Pero paz, no tengo una sola duda de que esto lo vamos a cambiar. Y lo digo lleno de realismo.
ResponderEliminarDecepcionante, por cierto, el artículo de Gallego-Díaz, a la que también respeto y hasta admiro. La víscera puede al argumento.
ResponderEliminarEsa estúpida idea de que el catolicismo es "fe y obediencia", después de todo lo que B16 ha dicho en USA, es vergonzante.
Magnífica la frase de Flannery. Cuando la leía, me ha venido automáticamente a la cabeza la sonrisa beatífica de nuestro Ministro de Sanidad -es un decir-, ese lobo con piel de cordero, al que estuve escuchando el otro día en un programa "vomitivo" en La 2 ("Versión española"), en que proyectaron un documental sobre la vida de un enfermo con una enfermedad crónica, que no vi. Me quedé en los prolegómenos. Casi me muero de asco y de pena; no recuerdo las veces que pronunciaron eso de "muerte digna".
ResponderEliminarBuajjjjjj.
Muchas gracias, Arp. Una gran entrada y un gran tema.
ResponderEliminarLo que me pregunto es de dónde habrán sacado todas esas burradas del cura partidario de que la gente se retuerza de dolor. Si, para empezar, la idea de cuidados paliativos fue una idea cristiana, como lo fue el primer centro dedicado a ellos [dejo abajo la cita, y otra de BXVI sobre el mismo tema].
Tanto los cuidados paliativos, como el evitar el encarnizamiento terapeútico (o sea: cuidar la vida mientras la hay; pero dejarla ir, sin retenerla artificialmente, cuando se va) son ideas cristianas; no es sino el ayudar a bien morir de toda la vida, puesto en práctica con infinita delicadeza, conocimientos y amor por todos los centros de la Iglesia dedicados al cuidado de enfermos terminales (y puedo dar sobre ello un testimonio muy cercano y muy querido), y por todos los capellanes de los hospitales públicos, que llevan años ayudando a la gente en ese trance y que además suelen ser expertos en bioética. Ellos son los primeros que quieren que el que está a punto de dejar la vida pueda olvidar el dolor y no sentirse un despojo, y que tenga la tranquilidad necesaria para recordar lo que dijo S.Pablo en el Areópago y se leía hoy: "Somos estirpe suya". Que puedan sentir, aun en las más penosas circunstancias, que son estirpe de Dios. A mí desde luego que me atienda un cura, y si me veo ante un comité de esos, por favor que cambien al periodista del Ministro por el capellán.
* "Los cuidados paliativos comienzan en Londres, a finales de la década de los 60, cuando la Dra. Cicely Saunders promueve un primer centro médico dedicado a la atención de enfermos terminales que marcará la referencia a imitar para todo el mundo. En sus orígenes es patente la entraña profundamente cristiana de los cuidados paliativos. Así se explica en el acta fundacional de este primer centro de paliativos:
«El St. Christopher\'s Hospice está basado en la fe cristiana en Dios, a través de Cristo. Su objetivo es expresar el amor de Dios a todo el que llega, y de todas las maneras posibles; en la destreza de la enfermería y los cuidados médicos, en el uso de todos los conocimientos científicos para aliviar el sufrimiento y malestar, en la simpatía y entendimiento personal, con respeto a la dignidad de cada persona como hombre que es, apreciada por Dios y por los hombres. Sin barreras de raza, color, clase o credo. »
**Benedicto XVI, en su mensaje del 13.12.2006, con motivo de la XV Jornada Mundial del Enfermo:
«La Iglesia quiere apoyar a los enfermos incurables y terminales haciendo un llamamiento a favor de políticas sociales justas que puedan ayudar a eliminar las causas de muchas enfermedades e instando a desarrollar cuidados paliativos para quienes están cerca de la muerte y para quienes no existe un remedio médico».
«Es necesario insistir una vez más en la necesidad de contar con más centros de cuidados paliativos que ofrezcan una atención integral, ofreciendo al enfermo la asistencia humana y el acompañamiento espiritual que necesitan», afirma el pontífice.
Una fe mal entendida también podría llegar a dar los peores crímenes. De hecho, los ha dado ya. Lamentablemente.
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