Acabo de leer mi primera novela de Joyce Carol Oates, Qué fue de los Mulvaneys (We were the Mulvaneys), Lumen, Barcelona, 2004, y me ilusiono con la idea de que tengo muchas más de ella para leer (ha escrito un porrón de novelas).
Se habla de una familia feliz (y bastante previsible) en una pequeña ciudad: viven en una granja rodeados de animales y se quieren, pero claro, tiene que llegar el nudo.
Me ha gustado mucho: más de 700 páginas que he leído sin perder nunca el interés. Podría hablar de sus defectos: algunos personajes poco perfilados sobre todo, pero me ha atrapado la narración, que es lo que me gusta que me pase en una novela.
Ideas, en los ensayos, pero en la novela, narración, el placer de contar y por lo tanto una cierta ingenuidad que permita relatar la vida de las personas e interesar a otros en ese relato. No sé si por esto en Europa casi no hay ahora novelas interesantes (¡toma generalización!), pero sí que encuentro ese placer de narrar en Estados Unidos. Se podría aplicar eso también al cine.
Yo me quedo con el recuerdo de los Mulvaneys, que siento bastante cercanos ahora, siendo tan distintos, aunque luego me acuerdo que no existieron nunca y me apena.
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