25 de julio

Me emocioné al ver el botafumeiro por la tele, mientras se entonaba el himno al Apóstol (santo adalid, patrón de las Españas): no creo que se pueda caer más bajo en sentimentalismo.

Por la tarde, campanas a muerto en las Carmelitas. Esta mañana en la Misa rezamos por la monja. Al acabar la Misa, la demandadera del convento me dijo que subiera a la reja: en el centro el féretro; una anciana muy bajita: otra novela gallega que haría si tuviera de qué. Su historia de años entre muros en Santiago. Alrededor las demás carmelitas: si fuera pintor haría un cuadro con su disposición en círculo, muy dramática aunque serena, con influencias de Georges de la Tour, Rembrandt, Velázquez y Zurbarán.

Por la noche, concierto patrocinado por Estrella Galicia (aunque con tal carga publicitaria que parecía más bien un concierto de indoctrinamiento en Estrella Galicia). Iba de rollito fusión pero quedó en aborto de mayonesa: tres canciones de Uxía, una de ellas ¡la Rianxeira! con pretensiones modernizantes. Jerry González, trompetista de jazz, con una 'pieza' de 20 minutos, virtuosisimo y mínimas gotas de emoción. Xosé Manuel Budiño: aborrecí hace tiempo las gaitas. Leilía, grupo de pandereteiras: una de ellas dijo que todos los días debían ser el día de la patria galega: tres canciones y propósito de no oír más pandereteiras por lo menos en un año. El organizador del evento, Javier Limón, habló para decir que nos une la música y parecía que lo decía en serio. De la debacle sólo se salvó Concha Buika, negra (origen en Guinea) pero con una voz flamenca muy buena. Cantó una copla bonita, con mucho arte.