Me hacía ilusión ir el primer día del año a ganar el Jubileo. También quería ver por fin la Catedral, cerrada o medio cerrada desde hacía un año. Además, sentía como la responsabilidad por todos los que no han podido (y no sé si podrán) venir, aunque ya desde ayer tengamos dos años jacobeos en vez de uno: 2021 y 2022. No sé si soy cenizo poniendo a tan largo plazo el confinamiento más o menos estricto: ojala en marzo todo estuviese olvidado. Mientras, iré a la Catedral a pedirle al Apóstol que interceda por todos, y que interceda por España, de la que es patrón, que trabajo no le va a faltar.
Por fuera hay todavía algunos andamios. Yo entré por la Puerta Santa. Era el prototípico día santiagués lluvioso, pero además frío:
La verdad es que estaba preciosa por dentro, como los chorros del oro. Quedan todavía capillas cerradas, que van a terminar de restaurar en estos meses, así que va a ser una maravilla. La pintura que ahora se puede ver en la cabecera, en lugar del gurruño marrón de antes, es el mayor cambio con diferencia:
Hasta le hice una foto a la parte de detrás del baldaquino:
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