Entre los insultos de Aquiles a Agamenón al principio de la Ilíada, hay uno impresionante «tú que de desvergüenza vistes» (trad. García Blanco - Macía Aparicio de 1.149 ἀναιδείην ἐπιειμένε). Podría traducirse más literalmente todavía con «tú, que te has echado encima la desvergüenza», como si la desvergüenza fuera algo tan material como un manto.
En el siguiente canto se habla del sueño, personificado (Óneiros) que anima a Agamenón a guerrear. Al despertarse, resulta que Agamenón está rodeado de esa voz divina, que se ha derramado encima de él y lo cubre completamente. Quizá por eso lo traducen por «envolvíalo el divino precepto» (2.41 θείη δέ μιν ἀμφέχυτ᾽ ὀμφή).
Son dos ejemplos de la plasticidad de Homero, nada más.
En el siguiente canto se habla del sueño, personificado (Óneiros) que anima a Agamenón a guerrear. Al despertarse, resulta que Agamenón está rodeado de esa voz divina, que se ha derramado encima de él y lo cubre completamente. Quizá por eso lo traducen por «envolvíalo el divino precepto» (2.41 θείη δέ μιν ἀμφέχυτ᾽ ὀμφή).
Son dos ejemplos de la plasticidad de Homero, nada más.
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