A mí me van mucho estas listas «del no». Debe de ser un espíritu muy mío («contrarians», nos llaman en inglés), siempre dispuesto a contradecir.
Quizá por eso me haya pasado al rugby (estoy siguiendo con mucho interés los resúmenes del mundial; qué pena que Inglaterra quedara eliminada; ahora voy con Australia), frente a la política de centro que representa el fútbol.
Mi propuesta espero que sea lo suficientemente polémica:
1. El libro del buen amor, del Arcipreste de Hita.A los que os horroriza la censura en todas sus formas os podéis consolar con eso que decís tanto de que se fomenta con esas prácticas lo que se prohíbe. A ver si va a resultar que con esta lista la gente lee estos libros y -sería mi único consuelo- se vacuna para siempre de ellos y puede avanzar hacia lo que realmente vale.
Y que me perdone Bajtin (o la idea vaga que me he hecho de él). Cuando Carlos Pujol en una de sus últimas entrevistas dijo que no le gustaba nada, me llevé una grandísima alegría.
2. Lazarillo de Tormes, de quien sea.
Le gustaba muchísimo a Lázaro Carreter, que lo convertía en la clave de la literatura española, por lo menos. Eso solo basta para prohibirlo siete veces.
3. La Galatea, de Cervantes.
Con solo este libro suyo no pude. Lo bucólico está bien para poemitas, a ser posible breves, no para un tocho de cientos de páginas.
4. El Buscón, de Quevedo.
Yo soy más de Cervantes (salvo en La Galatea, que es un tostón, creo).
5. El escándalo, de Pedro Antonio de Alarcón
Moralina, apologética cargante, romanticismo de lo peorcito.
6. El caballero encantado, de Benito Pérez Galdós
Esto es como lo de Cervantes: una obra pésima en una producción novelesca maravillosa. Todavía no sé cómo me leí el libro entero.
7. Flor de santidad, de Ramón María del Valle-Inclán
Representa todo lo peor: esa mezcla palurda de celtismo, clasicismo, una parodia de Galicia y un estilo estomagante.
¿Tan sólo siete libros? Yo prohibiría todo, absolutamente todo lo publicado con posterioridad a 1963. La prohibición sería susceptible de revisión anual.
ResponderEliminarBueno, entoncds me superas en espíritu inquisitorial, aunque no sé qué pasó en 1953 para poner esa fecha como tope-
Eliminar1963, año de publicación de Rayuela de Julio Cortázar. Novela que eximo de toda prohibición. Por otro lado, es prudente retrotraerse cincuenta años atrás, para comenzar a aceptar algo publicado.
EliminarYo el problema que veo es que, si ya me parece grave la censura por razones políticas o (supuestamente) morales, el predicarla por puro gusto personal del censor ya sería el colmo. De los libros que aparecen, dos (el de Buen Amor y el Lazarillo) están entre mis preferidos, sobre todo el último; estoy de acuerdo con Cernuda cuando dice, en su artículo "Cervantes", de 1941, hablando del Quijote:
ResponderEliminar"Yo no sé de nada en nuestra literatura clásica que pueda acercársele, si no son aquellos breves y exquisitos capítulos del Lazarillo. Pero a este, a pesar de su perfección, una punta de acidez lo amarga. Carece de esa sonrisa que brilla en la obra de Cervantes sobre los errores y locuras humanas, comprendiendo y perdonando".
No soy partidario de la censura, en ninguna de sus formas. Por lo que respecta a la que se pretende justificar por razones morales, me es inevitable acordarme al propósito de lo que sobre ello dice Baudelaire (en "Mon coeur mis à nu":
"[quienes se dedican a hablar de] moralidad en el arte... me recuerdan a Louise de Villedieu, puta de a cinco francos que, acompañándome una vez al Louvre... se puro a enrojecer y a taparse la cara, y tirándome a cada momento de la manga me preguntaba ante las estatuas y los cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indedencias".
Quizá sólo me sentiría tentado de censurar algo cuando hubiese sido escrito por maldad, para denigrar o envilecer a otro, y creo que ni aun así: pienso que son cosas que se descalifican por sí mismas.
Está muy bien la cita de Cernuda, que señala justo esa falta de mirada compasiva en el Lazarillo y que para algunos hacen del libro una obra tan "moderna" (en el peor sentido de la palabra, añado yo).
EliminarDiscrepo; lo que señala la cita de Cernuda es sólo que, en eso, es inferior al Quijote (y quién no; como dijo Machado, ¿quién camina a ese paso?). La obra no sé si es "moderna" (habría que aclarar primero qué se entiende bajo tan escurridizo concepto). Sí es, en cambio, modélica en muchísimas cosas, una muestra de "perfección"; de hondura y sabiduría.
Eliminar¡Qué lástima! ¡Solo hay libros en castellano! En inglés yo prohibiría (perdón, tolkinianos) El señor de los anillos. Por motivos de higiene y salud pública (mental).
ResponderEliminarBueno, yo soy gran partidario de Tolkien. De hecho hace poco empecé otra relectura de El Señor de los Anillos, después de muchos años y me divirtió mucho la parte inicial, que es casi una parodia bienhumorada de Heródoto. Y Tolkien estudió los primeros años de Clásicas, aunque luego se pasó al ámbito germánico.
EliminarSí, vale. Pero al menos habría que indicar en la cubierta del libro que es una lectura que puede perjudicar seriamente la salud. Conozco a varios tolkinianos que están muy mal. Aunque no sé sabe qué fue primero.
EliminarA mí me cae simpático Alarcón, moralistillo, apologético y romanticón. Es un defecto que confieso desvergonzado. Al fin y al cabo, ¿todavía hay algunos que los leamos? Puestos a prohibir algo de ese estilo, propongo Pequeñeces o la infumable Jeromín del P. Luis Coloma, S. J.(ambas, por cierto, le abrieron las puertas del éxito cinematográfico patrio a "Carlitos" Larrañaga...).
ResponderEliminarPues a mí Pequeñeces me gustó. El personaje de la protagonista, en medio de esa apología descarada de los jesuitas y con esa moralina espolvoreada por todas partes, y algunas otras cosas están muy bien.
EliminarA la lista del Padre Coloma yo añadiría, la Reina mártir, aunque he de reconocer que sus relatos cortos me gustan. Yo apunto dos sin ánimo de ofender: El arból de la ciencia, que me hizo aborrecer durante diez añosa Baroja, después he disfrutado con muchas de sus novelas y con sus memorias. En cuanto al segundo.....no sé si atreverme: la versión del Quijote de Trapiello
ResponderEliminarYo padecí una lectura de La busca en voz alta durante no sé cuántas clases de COU. Luego, en verano, la leí y me gustó mucho.
EliminarJo, qué chasco. Y yo que pensaba que ibas a prohibir a Saramago, a Isabel Allende y cosas así, y vas y la emprendes con los pestiños antiguos. Aunque no sé, a mí el Buscón y algunas partes del buen amor me parecen muy divertidos. Y el Lazarillo no tiene la culpa de que le gustara tanto a Lázaro Carretera.
ResponderEliminarBueno, pero doy por supuesto todo eso. Lo que quería era provocar un poco. El lazarillo algo tendrá malo si Lázaro Carreter lo pone en los cuernos de la luna, eso a mí me sirve mucho de guía.
EliminarEstá claro: Lázaro estaba predestinado a que le gustara el Lazarillo. A su hijo, también catedrático de lo mismo, en la UCM lo llamaban "el Lazarillo".
EliminarEl Lazarillo da para mucho carrete.
EliminarTodos tenemos nuestras particulares listas negras. Yo no he leído ‘El caballero encantado’ y fiándome de tu criterio, no sé si lo haré, pero sin duda en mi lista incluiría su ‘Marianela’, tan ñoña, a años luz de ‘El amigo Manso’ o ‘El doctor Centeno’, las últimas suyas que he leído: extraordinarias.
ResponderEliminarEl amigo Manso y El doctor Centeno, bueno, todas las Novelas contemporáneas de Galdós, son una maravilla, sí.
EliminarAy, si. Yo haría una barbacoa con todo lo de Tolkien y Chesterton.
ResponderEliminar¡Genial tu atrevimiento! (A mi el Lazarillo me divierte muchísimo)
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