Nunca había visto Salamanca tan brillante y tan bonita: una piedra bien agradecida al sol, aquel sol milagroso de septiembre/octubre. Santiago brilla, pero con la piedra negra mojada.
Tuve la suerte de poder ver allí arte, con historiadores del arte (y para colmo con historiadores del arte que disfrutan del arte): estuvimos en la Clerecía -con tantos puntos de contacto con nuestro san Martín Pinario, aunque ahí gana Santiago- y estuvimos en la Catedral Vieja: primero aquellos frescos admirables de la capilla de san Martín, pero sobre todo el retablo y el fresco de Cristo viniendo a juzgar: ahí cuánto que admirar, cuánto para pasmarse [aquí una excelente colección de fotos y aquí otra también muy buena].
Y que grandiosa la Catedral Nueva -lástima de cabecera inacabada- qué airosa, qué aérea, qué ristra de adjetivos tendría que poner.
Sin la piedra de Villamayor, que tiene hasta web propia (http://www.piedradevillamayor.es/), Salamanca sería otra.
ResponderEliminarAl parecer, Salamanca fue arrasada por los franceses durante las guerras de independencia. Siempre me he preguntado cómo sería aquello si esto es lo que nos ha quedado.
ResponderEliminarSigo sus viajes recordando los sitios en los que he estado, asomándome a los que no conozco y echando mano de la Wikipedia donde he encontrado, por ejemplo, el Cristo flagelado de la Clerecía
ResponderEliminarhttp://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b5/Jes%C3%BAs_Flagelado.jpg
Gracias
Por desgracia, tuvimos que visitar la Clerecía en una visita guiada: nada de ir capilla por capilla, imagen por imagen.
ResponderEliminarY esta, que veo que es de Luis Salvador Carmona, es muy buena. Para la próxima visita, si consigo dar esquinazo a la visita guiada.