En mayo de 2022 me ponía a contar mi biografía académica hasta COU (uno, dos, tres, cuatro y cinco).
Recogía la idea, que me sigue resultando muy atractiva, de que Lázaro, el amigo del Señor, tuviese síndrome de Down.
Paseamos por Burgos y al día siguiente fuimos a Palacios de Benaver, donde hay un Cristo impresionante y una procesión de pendones. Allí había también estatuas yacentes impresionantes.
Comentaba el último libro de poemas de Enrique García-Máiquez, Inclinación de mi estrella. Y luego el libro de Jaime García-Máiquez, Libro de viejo.
De cómo se empezó a leer la Biblia como un libro cualquiera.
Hablé de la Odisea y me grabaron.
En junio hablaba de que fui a Barcelona y volví al MNAC (el gótico, el Renacimiento y Barroco).
Comentaba unos relatos de Isaac Bashevis Singer.
Ponía un oráculo que me recordaba a lo de Quevedo de hablar con los muertos.
Dentro de lo mucho que disfruto y aprendo leyéndote, lo de Lázaro es de las cosas que más profundamente me ha emocionado.
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