El Taller de Música Antigua del Orfeón Caixa Galicia Terra a Nosa (un poco largo el nombre; y los de Caixa Galicia podían apoquinar sin obligar a poner su nombre en medio, pero qué le vamos a hacer, así funciona la cosa), dirigido por Miro Moreira dio un concierto a capella de música de Cancioneros Españoles del XVI; primero música sacra (entre otras cosas las Imprecaciones del Viernes Santo, con ese texto griego del Agios o Theós, Agios Ischyrós, etc.) y profana.
Fue un concierto variado, con algunas canciones más sobrias y otras más asequibles, por ejemplo las Tres Morillas del Cancionero de Palacio o Yo me soy la morenica (una variación del Nigra sum sed formosa del Cantar de los Cantares).
Y yo lo disfruté mucho, salvo que hacía frío en las Ánimas, pero muy bien, no importaba, todo era muy bonito y estábamos en la primera fila, como los empollones. Comentamos luego que qué envidia de estar en el coro, qué maravilla poder estar ahí cantando tan bien canciones como aquellas.
Lo gracioso fue que había alguien que se ponía a aplaudir, después de cada canción, justo una micromillonésima de segundo después de que acabara (para que se vea que sabe cuándo acaba, decía Trapiello) y los demás no sabíamos si aplaudir o no, o aplaudir después de cada cinco canciones o cuándo. Al final aplaudíamos en todas y a correr. Y a mí en los conciertos de música clásica me gusta aplaudir, es el único acto en el que me parece bien aplaudir, pero dejemos ese tema, que nos desviamos.
Fue un concierto variado, con algunas canciones más sobrias y otras más asequibles, por ejemplo las Tres Morillas del Cancionero de Palacio o Yo me soy la morenica (una variación del Nigra sum sed formosa del Cantar de los Cantares).
Y yo lo disfruté mucho, salvo que hacía frío en las Ánimas, pero muy bien, no importaba, todo era muy bonito y estábamos en la primera fila, como los empollones. Comentamos luego que qué envidia de estar en el coro, qué maravilla poder estar ahí cantando tan bien canciones como aquellas.
Lo gracioso fue que había alguien que se ponía a aplaudir, después de cada canción, justo una micromillonésima de segundo después de que acabara (para que se vea que sabe cuándo acaba, decía Trapiello) y los demás no sabíamos si aplaudir o no, o aplaudir después de cada cinco canciones o cuándo. Al final aplaudíamos en todas y a correr. Y a mí en los conciertos de música clásica me gusta aplaudir, es el único acto en el que me parece bien aplaudir, pero dejemos ese tema, que nos desviamos.
Y los del coro tienen un blog (de allí tomo la foto) con grabaciones de canciones suyas en el lateral (¡muy buenas, sobre todo la primera, Ad latus!). Y es algo de lo que se puede presumir en Santiago; creo que de fútbol no, pero de un Orfeón como este sí. Son (creo) los que cantaron el Vespro de Monteverdi, que ahora me gustaría poder volver a oír, porque no supe valorarlo entonces (qué cafre era), y también las Vísperas de Santiago.
Y espero que por esta crónica, subjetiva si se quiere, pero crónica, y por las anteriores me regalarán ese disco que dicen en su blog que han publicado (mi dirección: Facultad de Filología, Universidad de Santiago, 15782 Santiago de Compostela).
You are welcome!
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Estimado compañero en la red de redes:
ResponderEliminarHa sido un placer compartir algo que uno tiene tan a mano. Al fin y al cabo, no deja de ser un incentivo para que la gente nos venga a escuchar, no? Y aprovechando que tuve que ir por Filología a hablar con mi directora de tesis, pues ya maté dos pájaros de un tiro (expresión horrorosa, por cierto).
Y nada más, que pases una feliz navidad, y que disfrutes de la procesión de los profetas. Una pista: yo soy el de rojo. Una foto mía caracterizado como el profeta Balaam la puedes ver en http://zirakzigil.blogspot.com/2008/01/ordo-prophetarum.html
Un saludo,
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