La madre de Léxico familiar, esa maravillosa novela de Natalia Ginzburg, le dice a sus hijos "yo quiero a mis hijos más cuando estrenan algo". Mi madre diría: "yo quiero a mis hijos más cuando se cortan el pelo". Bueno, mamá, yo me he cortado el pelo.
Estoy oyendo la lotería de Navidad (en la COPE) y a los pocos minutos ha salido el gordo (el premio gordo). Lo estoy oyendo por amor a la tradición, quizá para intentar volver a la infancia. Cuando éramos pequeños, en el pueblo, poníamos las participaciones en el suelo del cuarto de estar, que estaba calentito porque bajo el suelo estaba la gloria (un sistema para calentar, una especie de tubo bajo el suelo en el que se metía paja). Las ordenábamos por terminaciones, para comprobar cada año que no nos había tocado, salvo el reintegro. Pero hubo una vez en que nos tocó un premio: no sé si fueron ciento cincuenta mil pesetas, pero fue como si nos hubieran tocado varios millones. Era una participación de un bar de Melgar, el pueblo enemigo del mío, pero nos dio igual.
Estoy oyendo la lotería de Navidad (en la COPE) y a los pocos minutos ha salido el gordo (el premio gordo). Lo estoy oyendo por amor a la tradición, quizá para intentar volver a la infancia. Cuando éramos pequeños, en el pueblo, poníamos las participaciones en el suelo del cuarto de estar, que estaba calentito porque bajo el suelo estaba la gloria (un sistema para calentar, una especie de tubo bajo el suelo en el que se metía paja). Las ordenábamos por terminaciones, para comprobar cada año que no nos había tocado, salvo el reintegro. Pero hubo una vez en que nos tocó un premio: no sé si fueron ciento cincuenta mil pesetas, pero fue como si nos hubieran tocado varios millones. Era una participación de un bar de Melgar, el pueblo enemigo del mío, pero nos dio igual.
Melgar de Fernamental, lo recuerdo perfectamente, creo. O Colinas del Campo de Martín Moro Toledano.¿Cómo olvidar nombres así? La lotería de Navidad es el comienzo de la Navidad para mí, del mismo modo que la Verbena de San Juan es el del verano. En mis años de músico de verbenas, mi temporada comenzaba ese día y acababa el del Pilar, el 12 de octubre. No sé si convendrás conmigo en que una de las cosas buenas de dedicarse a dar clases es que se sigue dividiendo el año como cuando uno era estudiante, pero ahora al otro lado, al lado del que enseña. Pero las vacaciones están allí, casi en el mismo lugar que cuando éramos estudiantes. Sí recuerdo que el verano pasado fui más consciente que otros de que aquellos veranos nunca volverán, aunque los vivo, con menos intensidad pero los vivo, de manera vicaria, a través de mis hijos. En fin, la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, a mí me resultaría raro un 'curso' que empezase en enero.
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