martes, 1 de febrero de 2011

Libros de arte

Si fuera millonario, me metía a editor de libros de arte.
Como no sé nada de edición, sería un editor de los de poner el dinero. Dinero mío para que la gente que sabe de arte y de edición hiciese grandiosos libros de arte.
Yo me pondría quisquilloso con las erratas.
Y les forzaría a poner ilustraciones más grandes, muchas, por todas partes.
Pero mis libros no serían tan grandes como esos con los que sólo se puede hacer pesas: libros-de-mesa-de-café, bah.
Tampoco serían pequeños. Serían manejables, para leerlos dando cabezadas de reconocimiento al descubrir lo que uno no fue capaz de ver antes en eso que describen y que ilustran las pertinentes imágenes.
Esto viene a cuento de que acabo de leer un maravilloso libro de Alfonso E. Pérez Sánchez, que murió este verano y al que le guardo un gran agradecimiento por lo que ya conté.

Este libro, con letra más grandes y muchas y buenas imágenes -ah, una buena versión para iPad- sería una delicia mayor de lo que ya es.
Yo me llegué a emocionar por cómo describe la pintura de Ribera, Alonso Cano, Zurbarán, Murillo y sobre todo Velázquez: qué capítulo sobre Velázquez más maravilloso.
Deberían leerlo algunos historiadores de arte, que aprenderían ahí que la historia del arte es no sólo un menester clasificatorio, sino también un saber -y un saber ver- que nos ayuda a los legos a comprender esas cimas de lo humano, excelsas, trascendentes.

*Pintura barroca en España 1600-1750, Cátedra, 1992; Y, causalidades de la vida, mientras lo estaba leyendo salió una nueva edición, actualizada por Benito Navarrete.

7 comentarios:

  1. Ángel, el link de "por lo que ya conté" se dirige a otra entrada (BXVI).
    Haré votos para que te toque la lotería. Y gracias por la referencia, ahora que andamos metidos en faena.

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  2. Vaya, gracias, Cristina.
    Busqué la entrada, se me olvidó copiar el enlace, volví a mirar rápido y acabe en otra entrada de mismo título. Ya lo he corregido.
    También esta mañana he descubierto que en la primera redacción había puesto "Como sé de edición": glup, qué erratas pongo; de esas que hoy mismo decía yo que iba a corregir implacable. Estamos apañados.

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  3. non procuparsi... Acaban de avisarme muy misericordiosamente de que se me había deslizado un Rembrandt por un Rubens.
    (Ah, tenía en la mesa del sofá tres libros altos y gordos con estampas que no me entran en la estantería, y los he quitado de ahí ipso facto. Qué corte.gracias )

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  4. No estoy de acuerdo con las banderillas del final. Eso es lo que hacen los historiadores del arte, además de otras tareas, aunque la sociedad no les haga mucho caso.

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  5. Yo, cb, desde que me enteré de ese nombre de "libros de mesa de café", les he cogido tirria, aunque hay grandes libros de arte de tamaño grande y luego hay libros de tamaño grande hechos para pesar sobre la mesita.
    Nes, fíjate en el "muchos". Yo quería decir que hay historiadores del arte a los que parece importarles un bledo que la obra que estudian sea buena, mala o regular, con tal de que sea antigua y con un documento adjunto que la clasifique.
    Voy a corregir la entrada para quede más claro lo que quiero decir.

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