Si fuera millonario, me metía a editor de libros de arte.
Como no sé nada de edición, sería un editor de los de poner el dinero. Dinero mío para que la gente que sabe de arte y de edición hiciese grandiosos libros de arte.
Yo me pondría quisquilloso con las erratas.
Y les forzaría a poner ilustraciones más grandes, muchas, por todas partes.
Pero mis libros no serían tan grandes como esos con los que sólo se puede hacer pesas: libros-de-mesa-de-café, bah.
Tampoco serían pequeños. Serían manejables, para leerlos dando cabezadas de reconocimiento al descubrir lo que uno no fue capaz de ver antes en eso que describen y que ilustran las pertinentes imágenes.
Esto viene a cuento de que acabo de leer un maravilloso libro de Alfonso E. Pérez Sánchez, que murió este verano y al que le guardo un gran agradecimiento por lo que ya conté.
Este libro, con letra más grandes y muchas y buenas imágenes -ah, una buena versión para iPad- sería una delicia mayor de lo que ya es.
Yo me llegué a emocionar por cómo describe la pintura de Ribera, Alonso Cano, Zurbarán, Murillo y sobre todo Velázquez: qué capítulo sobre Velázquez más maravilloso.
Deberían leerlo algunos historiadores de arte, que aprenderían ahí que la historia del arte es no sólo un menester clasificatorio, sino también un saber -y un saber ver- que nos ayuda a los legos a comprender esas cimas de lo humano, excelsas, trascendentes.
*Pintura barroca en España 1600-1750, Cátedra, 1992; Y, causalidades de la vida, mientras lo estaba leyendo salió una nueva edición, actualizada por Benito Navarrete.
Ángel, el link de "por lo que ya conté" se dirige a otra entrada (BXVI).
ResponderEliminarHaré votos para que te toque la lotería. Y gracias por la referencia, ahora que andamos metidos en faena.
Vaya, gracias, Cristina.
ResponderEliminarBusqué la entrada, se me olvidó copiar el enlace, volví a mirar rápido y acabe en otra entrada de mismo título. Ya lo he corregido.
También esta mañana he descubierto que en la primera redacción había puesto "Como sé de edición": glup, qué erratas pongo; de esas que hoy mismo decía yo que iba a corregir implacable. Estamos apañados.
acabé, arggh.
ResponderEliminarnon procuparsi... Acaban de avisarme muy misericordiosamente de que se me había deslizado un Rembrandt por un Rubens.
ResponderEliminar(Ah, tenía en la mesa del sofá tres libros altos y gordos con estampas que no me entran en la estantería, y los he quitado de ahí ipso facto. Qué corte.gracias )
No estoy de acuerdo con las banderillas del final. Eso es lo que hacen los historiadores del arte, además de otras tareas, aunque la sociedad no les haga mucho caso.
ResponderEliminarYo, cb, desde que me enteré de ese nombre de "libros de mesa de café", les he cogido tirria, aunque hay grandes libros de arte de tamaño grande y luego hay libros de tamaño grande hechos para pesar sobre la mesita.
ResponderEliminarNes, fíjate en el "muchos". Yo quería decir que hay historiadores del arte a los que parece importarles un bledo que la obra que estudian sea buena, mala o regular, con tal de que sea antigua y con un documento adjunto que la clasifique.
Voy a corregir la entrada para quede más claro lo que quiero decir.
Soy un corporativista!
ResponderEliminar