viernes, 18 de septiembre de 2009

Por qué creo que me gustó la poesía de Pedro Sevilla

Ya conté la conmoción de leer Todo es para siempre. Veamos ahora si puedo racionalizarla:
-La antología empieza con un prólogo engañosamente festivo, con una clave: estos poemas nos afectan.
-Poco a poco te vas situando en su mundo. Luego llegas al centro, esos poemas en los que habla de sus padres, de su mujer, de su juventud, de la muerte, de su hermano, del paso del tiempo, de lo de siempre. Y llegan los diez últimos poemas inéditos, y son, como dice Benítez Ariza, esperanza renacida: y hemos recorrido un camino duro, pero alegre al final. Y nos encontramos así una antología redonda (aunque el editor nos deja en su blog muestras valiosas de lo que tuvo que quitar).
-No es lo más frecuente el humor, pero hay ejemplos excelentes, como este soneto. Y los que dedica a Carolina de Mónaco son deliciosos.
-El primer color que llama la atención es el azul, pero en la segunda lectura sale un montón de veces la luz dorada que entra o sale del sol -los dedos de la Aurora- y que enrojece; y el blanco [y busqué en google y resulta que Arcos de la Frontera es un pueblo blanco y luminoso]; hay olivos y hay un almendro que florece ¡en enero! [justo ayer, en el Diario de un poeta recién casado de JRJ leí que recoge un 21 de enero la mención de un almendro florecido: la primavera que llega tan pronto por el sur]. Y luego también hay azul sucio en otro poema alegre y memorable: hay charcos de agua azul / en el barro pisado por las bestias.
-Los flirteos con la Nada y la Muerte, muy serios, no son definitivos: no lo hace por poner nombres en mayúscula o juguetear -y no voy a señalar-: se ve que él enfrenta al toro de verdad. Y yo me acordé de d'Ors y Trapiello. Hombre, puestos a criticar, que use en algunos poemas la palabra "Cuerpos", que es una palabra que se me ha atragantado y cada vez que la veo en la poesía me echa para atrás.
-Y el enorme respeto a su padre, a su madre, a sus hijos: ese poema en el que explica que escribe para que esté orgullosa su madre, esos en los que describe la nobleza, la tristeza y la elegancia de su padre, ese en el que abraza a su hijo pequeño.

2 comentarios:

  1. Qué bien leído, mi prólogo y la obra de Pedro Sevilla. Enhorabuena y gracias.

    ResponderEliminar
  2. Ea, a ver si me animo yo a comprarlo, que nunca he leído en serio a Sevilla...

    ResponderEliminar