Hacia el centro (3 de 9)

El viaje a Madrid era para dar una sesión en un Master de Humanidades de la Universidad Francisco de Vitoria: me encontré un auditorio excelente, profesionales que sacan de su agenda una tarde para clases intensivas y horas a lo largo de la semana para estudiar: y con qué pundonor aguantaron el tirón, y eso que yo hablé casi cien minutos y ellos ya venían trabajados esa tarde primero con un examen y luego con otra sesión de dos horas justo antes, pero ahí estuvieron, dándolo todo. Algunos hasta se habían llevado una Ilíada.
Hablé de Homero (o más exactamente, de problemas filológicos en torno a Homero: si existió, si fueron dos autores distintos -Ilíada uno / Odisea otro-, lo de la cuestión homérica, cosas así) y la segunda parte de la clase la centré en la fórmula Aurora de dedos de rosa desde Homero hasta Víctor Botas: no va a ser uno presidente vitalicio de la AA sin que se note.
Y también sacaron fuerzas para hacer buenas preguntas, sobre todo una en torno a si era necesario lo que había explicado yo para apreciar a Homero: una auténtica enmienda a la totalidad: me defendí como pude y creo que salí bien del paso. Puse de ejemplo la gaita: le gusta al que le recuerda a su infancia, al que piensa que es un instrumento 'popular', 'tradicional'; a mí no me gusta, pero no sé si el hecho de pensar que lo valioso en el arte fuese lo popular haría que la valorase más. Dicho de otro modo: el análisis de un filólogo puede ayudar, pero no hacer que guste lo que no gusta.
Y cerramos la noche en Majadahonda, con una conversación bien interesante en un restaurante muy bien pensado para eso, para hablar a gusto. Y salieron por allí Flannery, Chesterton, Santa Lucía y los bueyes, el PLAgio: qué a gusto se estaba.
Y al volver nos despistamos hablando y acabamos dando toda la vuelta a Madrid por los túneles siderales que han hecho bajo la M-30: ¡Madre qué túneles!