Al hilo de la aurora, unos versos de don Luis que, a mi entender, son muy adecuados para una mañana sabatina: Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno: ¡qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!
Cuando el silencio tenía todas las cosas del suelo, y coronada del hielo reinaba la noche fría, en medio la monarquía de tiniebla tan crüel, caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno: ¡qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!
De un solo clavel ceñida la Virgen, Aurora bella, al mundo se lo dio, y ella quedó cual antes florida; a la púrpura caída solo fue el heno fïel. Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno: ¡qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!
El heno, pues, que fue dino, a pesar de tantas nieves, de ver en sus brazos leves este rosicler divino, para su lecho fue lino, oro para su dosel. Caído se le ha un clavel hoy a la Aurora del seno: ¡qué glorioso que está el heno, porque ha caído sobre él!
Al hilo de la aurora, unos versos de don Luis que, a mi entender, son muy adecuados para una mañana sabatina:
ResponderEliminarCaído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno,
porque ha caído sobre él!
Cuando el silencio tenía
todas las cosas del suelo,
y coronada del hielo
reinaba la noche fría,
en medio la monarquía
de tiniebla tan crüel,
caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno,
porque ha caído sobre él!
De un solo clavel ceñida
la Virgen, Aurora bella,
al mundo se lo dio, y ella
quedó cual antes florida;
a la púrpura caída
solo fue el heno fïel.
Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno,
porque ha caído sobre él!
El heno, pues, que fue dino,
a pesar de tantas nieves,
de ver en sus brazos leves
este rosicler divino,
para su lecho fue lino,
oro para su dosel.
Caído se le ha un clavel
hoy a la Aurora del seno:
¡qué glorioso que está el heno,
porque ha caído sobre él!