Por seguir con el tema, otro día de excursión fuimos por el borde con Rusia, hasta un pueblo de monjas ortodoxas, Puhtitsa (la colina de la cigüeña).
Entrabas y te encontrabas la capilla del cementerio, de la que nos echaron al segundo: una monja (o lo que fuera) intentaba encender una estufa y aquello estaba lleno de camas en el suelo (me quiso recordar a algo, quizá a un cuento de Chejov): resultó que al día siguiente era la fiesta del icono de la Dormición de María y allí se conoce que dormirían los peregrinos.
Y el cementerio eran tumbitas de mojas -muy poco espacio, ca. 30x60, no parece que cupieran, a no ser que las enterrasen de pie- cubiertas de flores:
Y una especie de casita en un extremo:
Había una inscripción y qué emoción cuando conseguí leer starets: allí estaba enterrado uno como el starets Zosima de Los hermanos Karamazov:
Murió en 1941 el pobre, con 71, quizá de viejo, pero nadie se moría en paz allí un año como ese.
Me gusta mucho visitar cementerios. Y lo que veo de éste, con tantas flores, me parece precioso.
ResponderEliminarT., a mí también me gusta visitar cementerios: me parecen muy ilustrativos de muchas cosas.
ResponderEliminarYa hablaré de otro que visité en Estonia también.