Estuve en Burgos hace ocho días: mi hermana Eva se levantó pronto para hacer torrijas -las probamos en el desayuno, pero sólo probarlas, que la mayor parte se la había llevado a un chiringuito social que había en la parroquia esa mañana.
Y yo estaba allí para la primera Comunión de Diego: esta vez no me engañaron con eso de que los niños habían organizado la celebración, no después de haber asistido ya a la de Irene y a la de Eva: fue milimétricamente igual y todos los papeles presuntamente originales que leían ya me estuve yo fijando y resulta que hasta estaban plastificados -estos jesuitas, cómo son.
Fuimos a comer a un pueblo cerca de Lerma. El campo muy verde: me di cuenta de cuánto echo de menos a las amapolas, que no las veo por aquí.
De postre, torrijas, muy buenas.
Y hoy es el cumpleaños de Eva. A Diego, el niño de la primera Comunión, le torturaba pensar que su tía (que es la que les hace las tartas de cumpleaños) no tenga quien le haga a ella su tarta cuando cumple ella: bueno, desde aquí al menos -ya que no una tarta- le mando un abrazo muy fuerte a Eva, la de las torrijas.
Gran mujer debe ser Eva, cuando hace torrijas para los demás y de alguna manera, sabe hacer que todos las compartan.
ResponderEliminarGran, enorme hombrecito Diego que se preocupa por su tía, para que reciba también atenciones en su cumple
Gran familia.
me di cuenta de cuánto echo de menos a las amapolas, que no las veo por aquí
ResponderEliminarLa mayor parte de la gente no lo sabe pero España (sí, he dicho España) en realidad se divide en dos territorios: el de las amapolas y el de los helechos.