la democracia es el sistema político que ha sustituido al gobernante sabio (o a la sabiduría del gobierno de los mejores) por el consenso posible en cada momento en torno a los gobernantes... que, efectivamente, con frecuencia no tardamos en descubrir que son mediocres.---
Y primer comentario suyo:
La indignación nunca fue una virtud política. Por una sencilla razón: aunque es capaz de destruir, es incapaz de construir. A mi modo de ver este fenómeno de los indignados es interesante por lo que tiene de manifestación de un proceso de sustitución de la opinión pública por la emotividad publicitada.Y otro:
Un día me dijo Pujol: En España el zapaterismo ha triunfado ideológicamente". Así es.Y otro:
Comprendo -creo- lo que quieres decir, pero sigo manteniendo que el acto político fundamental es el de la instauración de la ley, que entiendo como una de las tecnologías del olvido de la naturaleza. Claro que la destrucción siempre se reserva la última palabra y que en el comienzo siempre hubo una usurpación, pero la política es posible porque para afirmar lo humano (el hombre como animal político, etc) es imprescindible una ignorancia selectiva.Y otro:
Le seré sincero (lo cual no significa que tenga razón, de la misma manera que la autenticidad de la indignación sólo nos muestra una indignación auténtica que no por ello ha de ser satisfecha) a mi me interesa muchísimo este movimiento por lo que tiene de patología democrática. Siempre he sospechado de la indignación moral (como saben bien los que siguen este café) porque me parece profundamente hipócrita. Por mucho que miro sólo puedo ver en los carteles que dan expresión a la indignación esta queja: la sociedad no nos quiere como quisiéramos ser queridos._________________
Yo no me atrevería nunca a hablar en lugar del pueblo, pero sí sé que no se encuentra su voz en las asambleas de los indignados. En todo caso se encontrará una de sus múltiples voces.
No, hablar del filósofo sabio no es ninguna tontería, precisamente porque la imposibilidad de su realización nos pone de manifiesto los límites de toda acción de gobierno.
2. Y me gustó mucho también lo que escribió sobre estas movidas Alejandro Martín Navarro:
Pero, en fin, lo que más me inquieta de las protestas es la evidente falta de realidad, su fijación en mecanismos de mera negatividad, de inadaptación al mundo. En la psiquiatría clásica, eso se llamaba “neurosis”; y en filosofía, “romanticismo”. Ante todo, esa fe infantil en que la democracia (el gobierno del pueblo) ha de coincidir necesariamente con la prosperidad, la felicidad, la justicia y la paz, y que cuando éstos no se dan, ha de haber un culpable. En definitiva, todo ese afán judicial por estar continuamente condenando el carácter deficitario de lo real: afán, por cierto, que nada tiene que ver con la sana esperanza del “todavía no” que siempre crece sobre la lucidez que otorga el contacto con la realidad. Toda buena política es el resultado de un difícil equilibrio entre utopismo y realismo. Cuando este equilibrio se rompe a favor de una impugnación obsesiva de lo real y de una exaltación de “lo otro”, sin contenido alguno, la política corre el riesgo de convertirse en mesianismo, y el resultado de esta forma de conciencia política suele ser el autoritarismo, no la libertad. Lo que, en todo caso, podemos decir de estas protestas es que constituyen, sin duda, un signo de agotamiento, y deberían ser consideradas como un motivo de preocupación.
"La indignación nunca fue una virtud política".
ResponderEliminar"A mi me interesa muchísimo este movimiento por lo que tiene de patología democrática".
"Siempre he sospechado de la indignación moral(como saben bien los que siguen este café) porque me parece profundamente hipócrita".
En fin, lo que hay que leer.
Las reflexiones de Alejandro, en mi opinión, son a veces tan sumarias que terminan por ser sesgadas. El "bloquismo" lo llamaría yo, o reflexión que cae como un bloque y aplasta el hecho sobre el que reflexiona.
ResponderEliminarDestaco, con Suso, lo de que "siempre he sospechado de la indignación moral... porque me parece profundamente hipócrita". Supongo que si Ángel lo destaca es porque se siente de acuerdo. A mí me parece que él mismo ha dado, en este espacio, repetidas muestras de ella, de indignación moral; y no sólo, aunque también, en cuestiones religiosas, o relacionadas con lo religioso. Y no creo que se sienta "profundamente hipócrita" por ello. Cuidadín con lo que se escribe, o con lo que se subraya; puede ser, el hacerlo, inconvenientemente sugerente.
ResponderEliminarSí, pongo todos esos textos porque estoy de acuerdo con ellos y porque me parecen iluminadores. Podéis leer las entradas completas y los comentarios completos a las entradas, para situaros en el contexto.
ResponderEliminarSuso, si no estás de acuerdo con lo que dicen, critica con argumentos lo que dicen: no basta con tu indignación (que ya queda dicho que no es una virtud política) y menos con una actitud despectiva, de minusvalorar en general ("en fin, lo que hay que leer" / "el bloguismo").
Marinero, aquí se critica la indignación moral en sí misma: no basta decir "Indignaos" y esperar a que a uno le aplaudan.
Yo me indigno, pero no espero que me aplaudan por indignarme: de hecho, siempre ha habido gente que me ha criticado cada una de esas veces (las recordarás, Marinero).
Acepto que el "en fin, lo que hay que leer" sea despectivo. Matizo: no es apreciativo porque no aprecio las reflexiones de Ocata.
ResponderEliminarEl bloquismo queda explicado (el modo de la crítica de Alejandro, no lo que critica) y no veo donde está el menosprecio ni la minusvaloración.
Os leo y rumio, claro.
ResponderEliminar¿Qué parte de indignación moral hay en la denuncia de la indignación moral? Me llevo la pregunta conmigo.
La indignación ha sido siempre un dato de la vida en común, pero sigo pensando que no por ello es una de sus virtudes. Me parece contradictorio pensar que la excelencia de la política se encuentre en la indignación... por mucho que los tiempos cambien.
Gracias, Ángel.
A mí me parece muy bien fundada la crítica de Alejandro: lo que "aplasta" es el rigor de sus argumentos, en todo caso (que no es que se le acaben de ocurrir, por otro lado).
ResponderEliminar"Menosprecio" y "minusvaloración" las hay al calificar de "bloguismo" a una argumentación que no te gusta sin decir por qué.
"Bloguismo" es una palabra que no me gusta por razones obvias. No sé qué sería lo contrario: ¿escribir un libro de mil páginas con notas?
Ángel, muchas gracias por descubrirme el blog de Alejandro. Me parecen, junto con los comentarios de Don Gregorio, muy certeros.
ResponderEliminarDije "bloquismo", de bloque, no "bloguismo" de blog.
ResponderEliminarAh, ya decía yo.
ResponderEliminarPero de todos modos, sigo sin estar de acuerdo. Sus argumentos, más que aplastar, convencen por su -perdón por el juego de palabras- lógica aplastante.
A mí no me parece que aplaste el hecho, sino que lo ilumina.
Claro que la indignación no es una virtud política, es una reacción ante la política no virtuosa, por parte de quien no tiene más posibilidad de participación en la política, y a veces en la vida social, que echar una papeleta en las urnas, como quien echa una carta blanca, cada cuatro años.
ResponderEliminarPuede que en el movimiento que ha motivado todas estas reflexiones haya mucho de oscuro y que el perfil de estos indignados os resulte poco simpático, pero las generalizaciones de Ocata y Albayalde me parecen insostenibles. Sólo hay que pensarlas en relación con otros movimientos de indignación popular avalados por la historia, desde los levantamientos del 2 de Mayo, o el movimiento Basta ya en el País Vasco, hasta la primavera de Praga o las protestas en la plaza de Tiananmen. Ya sé que estos no se juegan la vida, esa es la gran diferencia,pero no me digas que tienen posibilidad de intervenir en la política por otros cauces que me da la risa. El sentimiento de indignación es tan natural como el de la justicia, y su descalificación o su irrisión, a mí me kla descalificaciñón y la irrisión de la noción de justicia.
Lo que dice es que la indignación no es una «virtud política». Puede ser un impulso bueno, claro, pero lo que importa es a qué virtudes políticas da lugar.
ResponderEliminarY si ahora han descubierto que el sistema democrático actual tiene múltiples fallos, enhorabuena, ya era hora de que se cayeran del guindo (otros lo decíamos antes y nos ponían a parir, acusándonos de «antidemocráticos»).
Y si quieren un sistema asambleario, que lo digan. Si quieren una «democracia popular», que lo digan. Si lo que quieren es cambiar el sistema democrático, tienen cauces para ello.
Y comparar esto con Basta ya, la primavera de Praga o Tienanmen: no, ni de coña, ni a mil kilómetros, jamás, me niego, no. Qué va, lo siento pero por ahí no paso.
En el burrullo del final quería decir que ese discurso contra la indignación (muy nietzscheano por otra parte, también él se cachondeaba de "la bella indignación")me produce el mismo efecto que oír la descalificación o la mofa de la noción de justicia.
ResponderEliminarY no los comparo, ni al movimiento ni a los se-o no se-movientes, pero no puedo dejar de pensar en ellos cuando leo esas bonitas generalizaciones: romanticismo, inmadurez, etc.
¿Cauces para cambiar el sistema democrático en una sociedad desarticulada, y sin más comunicación entre el individuo y el Estado (Gobierno u Oposición)que los sondeos de opinión y el I.N.Estadística?
Me gustaría que alguien me explicara que es exactamente una "virtud política" y porque la indignación no lo puede ser, y sí en cambio es una virtud moral. Yo pensaba que las virtudes eran virtudes, sin más. Esa diferencia entre virtudes éticas y políticas no la entiendo. "Fortaleza, justicia, prudencia y templanza": ¿no son virtudes, y por ello también virtudes políticas?
ResponderEliminarLa indignación no es una virtud, ni política ni moral. Las virtudes morales son eso, virtudes, es decir, «hábitos operativos buenos» que se refieren al ámbito de lo «práctico», es decir, «lo que hay que hacer, cómo actuar» para la vida en sociedad (de ahí que sean «políticas»).
ResponderEliminarLa indignación es un impulso, una pasión. La ética clásica dice que las pasiones son indiferentes en sí mismas: valiosas en cuanto a que a lo que impulsan sea bueno.
Si yo me indigno y eso me lleva a poner una tienda de campaña y a dormir dos semanas en medio de una ciudad mientras descubro la pólvora: listas abiertas (ja, ja, menuda novedad), reducir los gastos militares (oh, qué gran propuesta novedosa), o la separación de poderes (ahí ya me parto), pues estamos apañados.
Si yo me indignara y cambiase mi forma de vida (templanza para empezar, fortaleza para perseguir el bien arduo, justicia por encima de las componendas y las etiquetas, prudencia para todo -en el sentido fuerte de la virtud de la prudencia- mi indignación habría sido valiosa.
Yo no veo ni una de esas virtudes en esos acampados.
"listas abiertas (ja, ja, menuda novedad), reducir los gastos militares (oh, qué gran propuesta novedosa), o la separación de poderes (ahí ya me parto)"
ResponderEliminarY lo anterior, ¿qué es? ¿Minusvaloración, desprecio, burla?
Del DRAE:
indignación.
(Del lat. indignatĭo, -ōnis).
1. f. Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos.
Según esta definición ¿no puede uno indignarse dignamente contra las carencias de un sistema democrático?
El tema, además, no es esta dichosa palabrita, sino lo que hay detrás de ella, que es mucho más, bueno, malo y regular, y que, más allá de las generalidades que criticaba con razón Cristina, merecerían una atención más detallada, para poder concluir "dignamente" lo que muchos estáis concluyendo.
Lo anterior es minusvaloración, desprecio y burla, por supuesto: no se merecen más los que hacen esas «propuestas».
ResponderEliminarIndignarse de la noche a la mañana de lo que es así desde hace al menos treinta años, 30000 años o 300 años es como mínimo de una gran ingenuidad.
Pues para no merecer más, mucha es la atención que les has dedicado, ¿no?.
ResponderEliminarSuso, te estás comportando como un troll.
ResponderEliminarVaya, ahora soy un troll. Punto y final, y gracias.
ResponderEliminarEspero que no os importe que intervenga... Suso tiene razón: mis análisis son sesgados. En mi defensa tengo que decir que, cuando me meto en semejantes berenjenales, suelo advertir –como hago en esa entrada que citáis- que “el tema merecería una perspectiva mucho más amplia”, a la que dejo espacio en los comentarios.
ResponderEliminarYo veo algo valioso en la indignación, en la medida en que, como decía Hume, sólo una pasión puede llevarnos a la acción. La falta de indignación indicaría que, o bien nos es indiferente el mal, o nos hemos vuelto ciegos a él. Sin duda. El enojo frente a una realidad que se resiste a comportarse como nos gustaría: no hay nada insano en ello. Lo patológico es convertir esa indignación en un estado anímico, axiológico e ideológico de alcance universal y sin más proyección que ese estado mismo. Mi reproche contra toda esta movida que recibe el vergonzoso nombre de “spanish revolution” es que no tiene más unidad que la pura indignación. La diferencia con el levantamiento del 2 de mayo o “Basta ya” que cita cb es obvia: ambos tenían un objetivo definido (la expulsión del poder francés, la defensa del constitucionalismo en un contexto de terrorismo nacionalista). Pero en este caso: ¿qué se quiere? Que se cambie la ley electoral (¿cómo? ¿de qué manera para satisfacer a todos?); que se sometan a referéndum la república, las intervenciones militares en el extranjero, la política económica; que se acabe con el paro; que no haya corrupció; que la gente no vote a los partidos mayoritarios; que se suprima el Concordato con la Santa Sede. Veo todo tipo de consignas, muchas ni siquiera com-posibles, que diría Leibniz. En mi blog enlazo un video de la manifestación en Sevilla: llaman ladrones a los políticos, a los banqueros... ¿Qué es todo esto? Toda esa muchedumbre ni siquiera es consciente de que, considerada como una suma de individuos, no están de acuerdo entre ellos más que en el hecho de no querer lo que hay. En fin, una asamblea con tintes totalitarios suavizados por el folclorismo ibérico.
Ciertamente que la indignación moral, por sí sola, no es bastante; es un primer paso. Y con respecto a lo que piden (que ya no es indignación, ya son propuestas concretas), no es importante si se ha pedido antes o no, sino si se trata o no de peticiones fundadas y razonables.
ResponderEliminarSin duda, nada tiene de original Ángel pidiendo, por ejemplo, que vuelva a penalizarse el aborto; muchos lo han pedido antes que él, muchos lo seguirán pidiendo. Supongo que estará de acuerdo conmigo en que eso no descalifica de ningún modo su propia actitud.
Y, por fin, siempre es interesante conocer el contexto; pero le recuerdo que es él quien nos propone los textos así, y quien por tanto, al proponérnoslos, los hace suyos. En esa forma, es decir, sin contexto. Luego no es un error referirse a ellos tal como él mismo, libremente, escoge proponerlos.
En unas semanas se publica Pilgrim in Spain, una especie de guía de peregrinos en la España laica de 2011, escrita por Chr. Howse. Qué le parece?
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