De vuelta en Londres

Después de diez días en España, ya estoy de vuelta en Londres: y qué bien, no hace tantísimo calor como en Madrid, que era una pura sopa de calor que no se podía sobrellevar sin acogerse a(l) sagrado (aire acondicionado).
Hoy he comido el bocata (el lunch) en el jardín de Russell Square, con mucha gente sentada en los bancos o por la hierba. Y me daban ganas de besar el suelo, de lo bien que se estaba y de alegría de haber escapado de los calores hispánicos (y de España).
Pero la breve visita a Madrid estuvo muy bien, de todas maneras. El primer día nos fuimos a comer varios profesores de clásicas y estuvimos hablando de España (es decir, de la Selección). Había varias profesoras muy eruditas no sólo en lo suyo, sino en el fútbol, que así somos los clasicistas: multifunción.
Y fue muy agradable el rato que pasamos, refugiados en el aire acondicionado de un restaurante vasco y con una camarera que vamos a recordar en futuros reencuentros, porque casi nos atiza a todos: la paciencia la tenía escasa y se la veía brava; hasta le hicimos a la pobre una historia de drogas y marginación, para justificarla. Y lo decíamos entre susurros, no fuera a oírnos y nos cascase luego.