El nuevo libro de Miguel d'Ors lo he disfrutado tanto o más que el anterior, Virutas de taller, y lo hubiera disfrutado el doble si hubiera ocupado el doble de páginas.
Son luminosos sus comentarios al hilo de sus lecturas (incluso aunque sea de literatura del XVIII, de la que no sé nada), sus análisis sobre arte poética en todos sus aspectos teóricos y técnicos, sus observaciones de todo tipo, sus anotaciones breves.
Sólo le pongo una pega: su cierta ingenuidad respecto al clima cultural en Galicia. Así como sabe ver (p. 45) que en la base de todos los nacionalismos está la mitología y el victimismo (y la ignorancia como madre de esos dos), no quiere ver que muchos que "pertenecen" al "sistema cultural gallego" (esa frase es muy de mi Facultad) han entronizado -y en eso tienen mucha culpa la gente de su generación- una visión demasiado idealizada de la lengua gallega y de la literatura en gallego.
Quizá al final se deba todo al mito de los inuits, que él quizá acepte -no sé- y yo no: esos valores intangibles de una lengua que se mamarían en la infancia y que no serían comunicables. Algo de eso debe de estar en el comentario que hace a su poema Tierra de Cotobade, formado exclusivamente de topónimos de esa zona: viene a decir que si no conoces esos pueblos, el poema no te dirá nada. Y eso no acabo yo de verlo: al final, si se estirara la idea, acabaríamos en que toda poesía sería incomunicable, y eso no es así -por suerte. Él mismo es un excelente traductor: una refutación por la vía de hecho.
Pero ya hablé largo y tendido sobre lo que pensaba de todas esas cuestiones de las lenguas y no voy a aburriros otra vez con lo mismo.
¡Gran libro que sabe a poco!
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