En el monte Petřín, un poco por encima del castillo de Praga, tienen una minitorre Eiffel que debe de tener buenas vistas de la ciudad [aquí vista virtual de 360º] y que a mí me hacía gracia ver desde toda la ciudad.
Era como decir: -Qué, no somos Paris y ponemos esta torre [aunque de 60 m.] para que la vea todo el mundo.
Era como decir: -Qué, no somos Paris y ponemos esta torre [aunque de 60 m.] para que la vea todo el mundo.
También tienen su calle París [Pařížská], llena de tiendas de lujo; y es genial que se llame justo así (y me he acordado ahora de la Orquesta París de Noia, la más selecta de las que van por las fiestas de los pueblos de Galicia).
Y por ahí fuimos un día, buscando una iglesia ucraniana de madera que no aparecía en muchas guías: entre los bosques llegamos a desesperar, hasta que en una revuelta, al final de la esperanza, la vimos. Y era una maravilla entre los árboles, una iglesita de madera traída de Ucrania, que ahora es el lugar de culto de los ortodoxos rumanos. La rodeamos, era como de Lego -valga la tontería que estoy diciendo-, un puzzle gigante de piezas de madera traídas de Ucrania (foto copiada de aquí):
Y costó encontrarla, pero era lo más parecido que he visto al cuento de la casita de chocolate (pero con final feliz; y eso que no pudimos entrar). Había un corredor que rodeaba la iglesia y si te metías mirabas dentro y veías esto:
Y hay una vista aquí en 360º.
De allí, con el objetivo cumplido, ya pudimos bajar a los jardines prodigiosos del palacio Kinsky de verano, que parecía una villa de uno de los padres fundadores de la independencia de USA, sobria (a mí me gustó), con un museo y la mítica funcionaria que no supo o no quiso decirnos de qué era el tal museo: parecía como de tradiciones populares, pero a esas alturas preguntábamos ya por deporte, que el dinero donde nos lo gastamos fue con la mítica cerveza en la tradicional cervecería.
Entre la Paris de Noya y la Panorama, ahí se juega el partido.
ResponderEliminarMe gustan estas crónicas.