Ese primer día fui a comer con el profesor que me había invitado y otro que estaba por allí con su mujer; todos excelentes personas, aunque la mujer casi no me conocía.
Y lo mejor fueron las meteduras de pata de ella, que me divirtieron mucho. Eran refrescantes de puro espontáneas: con tantos años en Galicia, yo había perdido la costumbre; aquí nadie dice nada sin haber pensado antes como va a reaccionar el otro; auténticos Kasparovs hay en eso de pensar con varias jugadas por delante el pensamiento del contrario.
Pues la cosa es que estábamos hablando de un profesor que estaba causando problemas a sus compañeros porque veía enemigos por todas partes. Alguien tendría que decirle algo -decían-, recomendarle que fuera al psiquiatra, sufre de paranoia, de manía persecutoria.
Y en esas la mujer va y dice:
Y lo mejor fueron las meteduras de pata de ella, que me divirtieron mucho. Eran refrescantes de puro espontáneas: con tantos años en Galicia, yo había perdido la costumbre; aquí nadie dice nada sin haber pensado antes como va a reaccionar el otro; auténticos Kasparovs hay en eso de pensar con varias jugadas por delante el pensamiento del contrario.
Pues la cosa es que estábamos hablando de un profesor que estaba causando problemas a sus compañeros porque veía enemigos por todas partes. Alguien tendría que decirle algo -decían-, recomendarle que fuera al psiquiatra, sufre de paranoia, de manía persecutoria.
Y en esas la mujer va y dice:
-Eso es porque está soltero, no como nosotros (ya me he fijado -me dice a mí, en un aparte- que estás casado, por el anillo).
Y al rato, hablando de uno que murió joven:
-Muchos cánceres son por disgustos, hay que vivir la vida.
Y al final no sé si prefiero la politesse gallega al digo lo que se me acaba de ocurrir madrileño. Yo por si acaso me callé, con exquisita politesse gallega.
"aquí nadie dice nada sin haber pensado antes como va a reaccionar el otro; auténticos Kasparovs hay en eso de pensar con varias jugadas por delante el pensamiento del contrario."
ResponderEliminarMuy bueno. Tal cual
Esa mujer es una joya. En su boca, los tópicos se derraman como chistes. Debe de ser lectora (al menos de oídas) de Wilhelm Reich.
ResponderEliminar¡Genial! Aquí una carcajada.
ResponderEliminarQuerrá que se la trague la tierra si te lee, burgalés.
ResponderEliminarno te asustes, era yo, que se me ha estropeado el ratón y con el "touch" este no atino.
ResponderEliminarNo sé, la mayoría de la gente que lleva una alianza en España y en cualquier lugar del mundo suele estar casada. De hecho, incluso hay gente que estando casada, no lleva alianza. Pero al revés, yo no conozco a nadie. Si la gente que apenas te conoce no le da a tu alianza el sentido que tú le das, será porque no será obvio (y debes explicarlo tú).
ResponderEliminarNo sé yo de las buenas formas galaicas, pero desde luego, a una persona que apenas la conoces ni te conoce, no creo que sea muy educado publicar en internet lo que no te ha dicho en público. Y muy importante, no es relevante en este caso que pueda llegar a leerte. Es una cuestión de respeto (por supuesto, aunque no digas quién es).
Ya lo veo: la miguita. Qué tontos. Y mira que me chocó, pero sólo al leer la bronca supra, caí en que era imposible. Tienes razón -como vuelve a demostrarse- en el "lo primero que se me acaba de ocurrir madrileño". Mil perdones (al menos en pedir perdón estamos entrenadísimos).
ResponderEliminarNo creo que a la "metepatas", con la que me siento muy identificada, le sentara mal leer esto. Te toca ir a una de esas comidas/cenas de compromiso, y por intentar que el ambiente sea agradable, evitar silencios incómodos y demás clásicos de esas situaciones, vas y sueltas una merluzada. A pesar de eso, ¡seguro que su marido prefiere que le acompañe!
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