Cuarenta más uno

Ayer felicitaciones, cartas, mensajes. Muy acompañado de cariño. No me lo merezco, claro, tampoco puedo exigirlo, pero echaría de menos no tenerlo.

Las principales celebraciones las habíamos tenido el día anterior:

Volvimos a ver El camino a casa, de Yhimou, una película para poder llorar a gusto en la oscuridad (se quedó en la recámara El hombre tranquilo, que espero ver pronto).

Una impresionante tarta con el Partenón de chocolate encima.

Bromas sobre mi amor al griego, sobre mis fobias políticas, sobre este blog.

Bombones con mensaje: otros cuarenta esperan.

Fotos de cuando era pequeño: yo espatarrado en una silla. La foto de la orla la comparo con mi cara de ahora: quizá entonces fuera bueno.

Fotos de Castrojeriz: los cubos del palacio de los Condes de Castro, lo que nosotros llamábamos las escuelas viejas y de repente el recuerdo de cuando leí por primera vez El Quijote, sentado en uno de los cubos del antiguo palacio.

La Iglesia de Santo Domingo y la huesera al lado.