viernes, 14 de julio de 2006

Rosa Sala sobre Goethe

Estuve en una conferencia de Rosa Sala Rose, en un curso de verano sobre Tradición Clásica.
Curso de verano quiere decir pasar calor, pero por suerte en este caso conferencia quería decir eso, conferencia, exposición en más o menos una hora sobre un tema, presentado de modo argumentativo y atractivo y con el propósito de enseñar algo. Parece de cajón, pero hay un montón de conferencias que son un auténtico calvario, lo que ha hecho que la gente, incluso inconscientemente, huya de ellas como de la peste, y con razón.
Tenía curiosidad porque me había gustado muchísimo su libro sobre Mitos y símbolos del nazismo, y ahora estoy leyendo, aunque muy despacio, las conversaciones de Eckermann con Goethe, traducidas (y muy bien) por ella, mítico libro que los alemanes no se cansan de citar, aunque es bastante aburrido, y el servilismo de Eckermann ante el gran hombre es a la vez gracioso y conmovedor. Pero bueno, Goethe son palabras mayores.
En la conferencia, Rosa Sala se centró en la reacción de Goethe, Schiller y otros alemanes de la época gloriosa ante el mito de Medea, la mujer bárbara abandonada por Jasón que se venga matando a sus propios hijos. Sería difícil resumir lo que dijo. Algunas cuestiones que salieron: la entronización de la sinceridad a la altura máxima, característica de esta época, incluso por encima del bien y del mal, tuvo consecuencias funestas, por ejemplo en el decadentismo (me acordé de Wilde): Medea que se vanagloria de su crimen es un claro antecedente de la femme fatale. La falta de sentido del humor en gran parte de la literatura alemana es también algo funesto: se tomaban tan en serio que se lo creyeron. Otra consecuencia: el siglo XVIII francés y alemán son responsables de muchas de las desgracias actuales. Nota: tengo que releerme La crisis de la conciencia europea de Hazard.
Y yo pensaba que es una suerte que nuestro clásico por excelencia sea Cervantes.

5 comentarios:

  1. Coincido contigo en cuanto al libro de Eckermann. Es bastante ladrillete, y la loa que de él hace Nietzsche es desmesurada (bueno, como él mismo). Me llama la atención la "osadía" de Goethe (probablemente propia de la Ilustración) de pretender saber todo de todo (su simpática teoría de los colores), sin la mínima modestia intelectual. Y, sobre todo, su ignorancia de alguanas cuestiones filosóficas y teológicas elementales (su visión de Dios es limitadísima). Enciclopédico de verdad, Santo Tomás (a pesar de que Goethe resulta admirable en determinadas facetas).
    En cualquier caso el libro tiene, como diría Borges, magias parciales que hacen que valga la pena.

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  2. Me encanto el libro sobre los mitos del nazismo y coincido en que la traducción del libro de Eckermann es muy buena.
    No coincido, sin embargo, con vuestra valoración del mismo y no me parece que "servilismo" defina exactamente la relación de Eckermann con Goethe. Goethe fue un genio, no sólo un escritor brillante. De su "Vielseitigkeit" viene que algunos le consideren arrogante y algo superficial, pero nada más lejos de la realidad. Quizás no sea tan profundo como Santo Tomás, como dice Dal, pero es que Goethe no era teólogo, y no podemos juzgarle porque su visión de Dios sea limitadísima, de lo que no estoy tan seguro. Hombre sí, si la comparamos con Santo Tomás, pero...largo me lo fiáis amigo dal. Su arrogancia intelectual (por supuesto que ilustrada) viene definida por su genio (Geist) y siendo éste enorme...
    En definitiva ARP, ten paciencia con Eckermann y aunque la traducción sea buena, no es ni la mitad de buena que el original, que además puedes conseguir en la Casa del Libro. Por algo estudiamos Filología Alemana, nicht wahr?

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  3. Sí, Dal, es un poco ladrillo el libro, aunque Rosa Sala me dijo que en la tercera parte se pone más interesante: veremos.
    Ya al principio del libro de Eckermann llama la atención la ligereza con la que Goethe habla de Dios. Es verdad que Goethe era un genio, pero también con defectos (algunos muy grandes, por ejemplo su ignorancia de eso que podríamos llamar humildad).
    Herr Riechmann, no me atrevo a leerlo en alemán: es un idioma que tengo muy oxidado. A ver si en agosto refresco conocimientos (ya hablaré de ello).
    A mí el Werther me parece una maravilla, algunos poemas que he leído, preciosos, pero ahí se acaba mi conocimiento. Todo lo demás que "sé" de Goethe es de segunda mano: apuntes vomitados para un examen.

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  4. El libro de Goethe del que tengo mejor recuerdo es su autobiografía Poesía y verdad, que leí en el original en mi buhardilla de la Bastionstrasse en Düsseldorf.Es un libro precioso. Pero a una isla desierta, en lugar de sus Conversaciones con Eckermann, me llevaria la Life of Johnson de Boswell, pleno de vida y humorismo. No entiendo muy bien el salto que haces entre el culto a la sinceridad entre los ilustrados y prerrománticos y el decadentismo fin de siglo, sensibilidades que, en mi opinión, no pueden estar más alejadas, y me parece un tópico echarle la culpa a los ilustrados de nuestro confusionismo actual

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