Ratzinger sobre el arte (I)

El espíritu de la liturgia, p. 152-3

Habla del carácter didáctico-pedagógico del arte barroco y de que quiere introducirnos, con sus retablos, en la liturgia celestial. Yo me acuerdo de lo que me impresionó el retablo de Churriguera en san Esteban de Salamanca, en una época en la que despreciaba ese tipo de arte. Aquí en Santiago de Compostela disfrutamos de algunos retablos magníficos, como el de San Martín Pinario o el de la antigua iglesia de la Compañía.

Y sigue:

La ilustración marginó la fe en una especie de gueto intelectual y social; la cultura actual le dio la espalda y tomó otro camino, de modo que la fe o bien se ha refugiado en el historicismo -en la imitación de lo pasado-, o bien ha intentado adaptarse, o bien se ha dejado llevar por la resignación y la abstinencia cultural, lo cual ha conducido a una nueva iconoclastia, que a menudo se llegó a considerar como un mandato del Concilio Vaticano II. Ese afán iconoclasta, cuyos primeros indicios en Alemania se remontan, por cierto, a los años veinte, hizo desaparecer algunos aspectos indignos y de mal gusto, pero también dejó tras de sí un vacío cuya pobreza volvemos a percibir hoy con gran claridad.

Más, mañana.