Me preguntaron hace unas semanas por La mujer nueva, de Carmen Laforet. Yo solamente había leído hace un montón de tiempo Nada, de la que tenía muy buen recuerdo, sobre todo de la atmósfera, el ambiente oscuro en aquella calle Aribau. Me pareció una novela muy viva, muy lograda, muy personal.
La mujer nueva me ha gustado también, sobre todo por el personaje principal, que va orientándose entre grandes dificultades propias y de su relación con los demás. Es una obra sobre un proceso de conversión, lleno de posibilidades de error, que se sostiene en el retrato muy logrado de la protagonista, viva, con una personalidad muy acusada, fuera del marco mental de los demás personajes y, parece, de la mayoría de la gente de esos años. Sorprende que la novela sea de 1955, sobre todo cuando nos han creado en los últimos años una idea de esos años como los de una España opresiva y mojigata en la que no se podría ni pensar.
Todo suena a autobiográfico, con algunas consecuencias negativas, como no fundamentar mejor desde el punto de vista ficcional lo que quizá la autora percibiese como evidente. Mientras leía la novela me notaba pujos de editor: me hubiera gustado dar consejos para que hubiera sido una obra más redonda, más cohesionada. Quizá la estructura me parezca tosca: se sostiene, pero milagrosamente. Los demás personajes están trazados con menos hondura de la que me hubiera gustado. Las motivaciones las vamos descubriendo a medida que la trama lo pide: es el final el que da la clave de todo y sostiene el conjunto. Me acordaba de que decía Flannery O'Connor que era muy difícil transmitir en la ficción la acción de la gracia: aquí se nota mucho, en el relato de la conversión sobre todo, pero también en el resto de la novela. Quizá todo se fundamente en una experiencia vital, pero eso hay que hacerlo creíble en la literatura y no es tan fácil, me imagino.
En resumen, muy bien, muy interesante desde el punto de vista de las ideas, por ejemplo de las formas de vida católica que va explorando, quedándose al final con lo que percibe que corresponde más a lo que le ha llamado Dios a ser a ella. Si tuviera que estudiar la vida religiosa española de los años 50, mencionaría seguramente este libro.
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