miércoles, 19 de marzo de 2025

Cruzar guerras y olas

En clase de Homero saltamos hace unos días hasta los cantos finales de la Ilíada. Ayer llegamos al inicio del último canto, el XXIV: Aquiles no puede dormir; no le ha bastado con vengar a Patroclo matando a Héctor, cuyo cadáver lo tiene tirado boca abajo, cuando no lo engancha de los tobillos a su carro para arrastrarlo dando tres vueltas en torno al túmulo de su amigo. Él sigue da vueltas a la cabeza y no puede dormir recordando. De hecho, hasta ve salir la aurora sobre el mar:

ἠδ᾽ ὁπόσα τολύπευσε σὺν αὐτῷ καὶ πάθεν ἄλγεα
ἀνδρῶν τε πτολέμους ἀλεγεινά τε κύματα πείρων:
τῶν μιμνησκόμενος θαλερὸν κατὰ δάκρυον εἶβεν,
ἄλλοτ᾽ ἐπὶ πλευρὰς κατακείμενος, ἄλλοτε δ᾽ αὖτε
ὕπτιος, ἄλλοτε δὲ πρηνής: τοτὲ δ᾽ ὀρθὸς ἀναστὰς
δινεύεσκ᾽ ἀλύων παρὰ θῖν᾽ ἁλός: οὐδέ μιν ἠὼς
φαινομένη λήθεσκεν ὑπεὶρ ἅλα τ᾽ ἠϊόνας τε
(24.7-13).

Y todo lo que devanó con él y los dolores que pasó,
guerras de varones y dañosas olas atravesando;
de eso acordándose derramaba gruesas lágrimas,
unas veces yaciendo de costado, otras en cambio
boca arriba, otras boca abajo: luego se ponía de pie
y vagaba inquieto junto a la ribera del mar; a él la aurora
al aparecer no se le pasaba por alto, sobre el mar y las playas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario