Otto Behagel estableció leyes de orden de palabras, entre ellas la de los miembros crecientes (en alemán Gesetz der wachsenden Glieder: todo suena más campanudo así).
Lo comenté en clase cuando estábamos traduciendo, en el primer canto de la Ilíada, la enumeración de nombres que hace Agamenón entre posibles candidatos a ir a devolver a Criseida:
ἢ Αἴας ἢ Ἰδομενεὺς ἢ δῖος Ὀδυσσεὺς (1.145)
o Áyax o Idomenio o el divino Odiseo (he hecho trampas con Idomeneo poniendo Idomenio y así son cuatro sílabas)
ἠὲ σὺ Πηλεΐδη πάντων ἐκπαγλότατ᾽ ἀνδρῶν, (1.146)
o ... o tú, Pelida, el más asombroso de todos los hombres
El primer verso son tres nombres propios, el primero de dos sílabas, el segundo de cuatro y el tercero de tres, al que se suma un adjetivo de dos, luego vale como cinco: 2 / 4 / 5. Para colmo, el siguiente verso continúa con otro nombre, el otro nombre, el que realmente quería decir, el de Aquiles, pero usando el de su padre y echándole un elogio, aunque con toda la mala intención. De hecho, a Aquiles le sienta como un tiro, porque Agamenón acababa de amenazarle con quitarle su botín, a Briseida, y ahora le dice que se vaya a devolver a la otra, Criseida, y mientras bien que podría aprovechar el propio Agamenón para birlarle su botín a Aquiles.
Pues resulta, parece, se supone, que esta ley de enumerar nombres aumentando su tamaño progresivamente tiene un origen remoto, en la tradición indoeuropea, porque además de en Grecia nos la encontramos en otros pueblos emparentados, especialmente en los textos indios más antiguos. Qué cosas.
Esta mañana en clase hemos hablado precisamente de la longitud creciente de las tres secuencias seguidas del fragmento del discurso de Churchill: "Victory at all costs, / victory in spite of all terror, / victory however long and hard the road may be". Escribir bien es no dar puntada sin hilo.
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