Miré a ver si había dicho algo aquí y ya en 2004, al empezar este blog, comparaba a las dos niñas con mis sobrinas; dos años después, me fijaba en la escena de la pregonera con la trompetilla y ponía la película entre mis favoritas españolas.
El sábado volví a ver El espíritu de la colmena y cómo la disfruté otra vez: la estructura de la película de Frankenstein superponiéndose en la historia de la niña que quiere saber; saber si hay espíritus, pero también qué es la muerte y qué es el mal (muy interesante la explicación de las setas). Ella o no tiene miedo o lo vence: pero ahí están los miedos de la infancia, el miedo que le transmite su hermana, el miedo que se palpa en el ambiente de su casa.
Me sigue impresionando mucho el paisaje castellano en la película, los campos. Creo que no hay otra que me lleve más cerca de mi infancia en el pueblo: el color de la tierra, el adobe de las casas, el barro por las calles.
Me impresiona, claro, la escena de las niñas en las vías, pero sobre todo la niña pequeña siempre que mira. Y el color como de miel de la luz en la casa o desde la casa, las ventanas con estructuras en forma de hexágono, las colmenas. Hay un fondo político, pero que queda en su justo punto, sin dominar la historia central, que creo que es la de la niña.
La escena en la escuela es impresionante.
También la escena de la película, con las miradas de los espectadores, sobre todo de la niña:
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