Mira que tenía ganas de ver la iglesia de Nava del Rey por dentro, pero tampoco esa vez pudo ser. Estuvimos paseando por el pueblo y hasta bajamos a una bodega, pero nada más. Ahí es cuando me di cuenta de que poco iba yo a ver de arte ese mes de agosto todavía covidiano.
Primero fuimos a la ermita, que también estaba cerrada. Tenía una vista maravillosa (al menos para mí) del pueblo y de la llanura y del inmenso cielo:
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